Y ésta es otra de las secuelas que se halla a sí misma un lugar y no se resta valor por el hecho de ser secuela.
Dirigida por el mismo Sam Raimi, y contando nuevamente con Bruce Campbell como Ash, el infierno continúa y se acentúa en esta ocasión, metiendo más elementos de pesadillas infernales, además de la introducción de la infalible e inolvidable motosierra de Ash.
No innova, como lo hizo la primera, pero eso no le resta valor a la cinta, aún con su raro final, donde Ash es teletransportado al año 1300, pero es una cinta satánicamente magnífica, y ratifica el estado de ídolo en el género de Raimi.
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