La película tiene un gran intro que narra las hazañas de Anton La Vey, Aleister Crowley y hasta Charles Manson, sin embargo poco tendrá que ver esto con el resto de la película, donde cuatro amigos: Chloe (Hyland), David (Steven Krueger), Seth (Justin Chon) y Elise (Clara Mamet) hacen un tour del horror en California antes de irse al Coachella. Van a la casa de Charles Manson, a iglesias satánicas, y finalmente a una misteriosa tienda de cosas diabólicas; como los tratan mal, por fresas, deciden que seguirán al tipo que atiende (Zsas aka Anthony Carrigan) para ver qué... y al llegar a donde él va, ven que "casi mata a una chica (Sophie Dalah)", y la tratan de salvar, pero todo les sale mal y huyen, dejando atrás el celular de Seth... para bien/mal de ellos, la chica los contacta para devolverles el celular, todo tranquilo, cero peligro, pero al verla medio vaguita, Chloe la invita a estar con ellos en lo que se van. Ya en su hotel, la albergada hace un riual satánico, y ya de ahí su mundo de niños fresas se ve culminado.
Pese a tener bajas expectativas, la película es bastante entretenida, chistosa y empática; nunca llega a ser la obra maestra del horror, ni la actuación de ninguno de ellos destaca, pero es la sencillez y ligereza la que hace bastante aceptable el producto y al menos no llega a aburrir... ya el final es más chafa de lo que uno se había creído sería, no obstante, la película termina siendo recomendable para pasar el rato, bobear y echar el domingazo horroroso entre risas y sustos babosos. Nadie, ni wikipedia, se acordará de la película, pero por mientras la podemos tener como snack de Netflix solo por si acaso no tenemos ganas de profundizar o ser deleitados con los verdaderos clásicos del horror.

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