El cierre de la trilogía No Oficial del director mexicano Luis Estrada es una de las mejores películas mexicanas que se hayan filmado, no solo al amplio argumento crítico contra el asco que la políctica mexicana es, sino por su contrucción narrativa, visual y contextual, una auténtica tragicomedia donde toda esperanza se ha perdido, y no queda ni el mínimo suspiro por la salvación de nuestra patria contaminada.
Sobre el regreso de Benny García a México luego de ser deportado de Estados Unidos, tras veinte años de estadía, y se da cuenta de que en México ya no queda nada sino narcotráfico, así que luego de una serie de eventos desafortunados, su amigo El Cochiloco lo ayuda a volverse narco, entrando a un camino tortuoso que revela las 1001 caras de México putrefacto que el siglo XXI nos ha dado a conocer a todos los que existimos en esa realidad.
Estelarizada por un nuevamente magnífico Damián Alcazar, acompañado por Joaquín Cosío en el mejor papel de su vida (hasta entonces), además de contar con otros grandes del cine mexicano como María Rojo, Gímenez Cacho, Elizabeth Cervantes, Mario Almada, Dagoberto Gama, Silverio Palacios, Carlos Cobos, Isela Vega, entre otros; la cinta es el retrato perfecto del México de aquel entonces (pues ahora está peor); sarcástico, irónico, cruel y deprimente es el fantástico trabajo que Estrada nos entrega, sitúandose como uno de los más grandes directores de la cinematografía mexicana; habrá que ver qué nos traerá en los años por venir.
Recomendable para los habitantes de México pese a sus criterios asustados y conformistas, y a los extranjeros, como carta de "así es México", pues no hay nada más allá de lo que pasa en la película.
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