Sin duda una de las más famosas películas de Frank Sinatra es la que estelariza bajo el mandato del legendario Otto Preminger, que le hace volverse un nominado al oscar y bafta en 1957, abordando una temática adelantada al tiempo al que vivían, explorándole muchos años antes incluso del boom del sexo, drogas y rock and roll, y eso era el uso de la heroína y su adicción, así como sus secuelas y afectaciones.
Sobre Frankie Machine (Sinatra), que sale de la cárcel decidido a cambiar su vida, cumpliendo el sueño que había tenido desde hace mucho: ser baterista de una banda de jazz, sin embargo, mientras ensaya y se prepara para empezar su búsqueda por la consumación de sus sueños, la heroína se cruza en su camino y empieza a dejar todo de lado para vivir de/en ella, afectando a los que le rodean, así como ese nuevo espíritu que trae, que poco a poco se verá sumergido a nada.
Y no solo por ser una película de vanguardia en cuanto a tema, sino por su constitución, la actuación de Sinatra, la ligereza de cómo es llevada, la genialidad de su continuabilidad, Preminger se luce con esta obra que se sale del género arquetípico en potencia que es el cine noir y de gangsters en ese tiempo, y con originalidad cuenta una historia de batalla que sin duda se vuelve una de las más indispensables del director, del músico y de la década, no por nada ahorita la podemos ver y se siente tan viva y tan actual que es increíble pensar que es de los lejanos cincuentas.
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