Dejando de lado a Gordon Stuart, pero conservando al elenco básico de la primera parte (Jeffrey Combs/ Bruce Abbott/ David Gale), la secuela de la originalmente basada en los textos de Lovecraft ahora toman una nueva tintura desde la perspectiva del nuevo director a cargo, Brian Yuzna, que tiende más a La Novia de Frankenstein de James Whale, que a su antecesora; no obstante, pese a un pesado inicio, la película va agarrando fuerza por sí sola, situándose dignamente contra las otras cintas de horror de su tiempo, teniendo claras influencias de otros clásicos como Freaks de Tod Browning, encontrando hasta talvez un hilo directo con los mismísimos juguetes mutantes de Sid de Toy Story. La secuela, como menciono tiene un comienzo más flojo que la cinta anterior, pero conforme pasan los minutos logra flotar y no demeritar lo logrado antes, con una nueva historia que se agarra bien del culto iniciado antes, que a la fecha sigue existiendo sobre el Dr West y sus creaturas reanimadas.
8 meses después de la masacre final de la primer película, West (Combs) y Cain (Abbott) están en la guerra civil peruana -una guerra civil peruana donde avientan más bombas aereas que en las guerras mundiales- con una sexy doctora italiana, Francesca (Fabiana Udenio), que le tira la onda a Cain -como siempre a todas-, pero las cosas se salen de control, y los dos gringos regresan a EU, y Francesca por su lado.
Ya en Estados Unidos, se explica que la casa de Cain está al lado de un cementerio, lugar que West usará para continuar sus experimentos, que ahora incluyen mezclar extremidades reanimando seres extraños antes no existentes, como una mano-brazo o una afamada araña creada de dedos y un ojo; todo basado en lo hecho por el Dr Hill al reanimar solo su cabeza (Ver ReAnimator 1). Mientras tanto, un investigador llamado Leslie Chapman (Claude Earl) investiga qué sucedió realmente en la masacre de la primer película, teniendo en su investigación pedazos de los muertos extraviados, involucrados misteriosos y una sala entera llena de gente zombieficada que nadie sabe cómo quedaron así. Una tercer subtrama es la de Meg (Mary Sheldon) que yace moribunda en un hospital por lo acontecido antes; ella morirá, y le dará la oportunidad entonces a West de realizar su máximo experimento y convertirle en la nombrada Novia del Reanimator, concretándose este evento luego del regreso de Francesca a EU y la vida de los inventores, la reanimación fuera de control, el investigador manipulado mentalmente por el nuevamente resurrecto Dr Hill (Gale), y el escape de los reanimados mutantes, que en medio de una tormenta en el clímax hacen que la cumbre de la primer película luzca como una entrega más de las cintas anuales de Disney. Al final la reanimación queda resumida en la palabra blasfemia, pero ¿qué tanto le importa esto realmente al sádico y arrogante Herbert West?
Como digo en la introducción, digna secuela de la antecesora de culto de esta épica horror sci-fi.
La película entonces es tan recomendable como la primera, recomendando aquí anexadamente el hecho de que eso sí, para que valga la pena de la manera que decimos, se vea acompañada de la primer parte para que el mood no se pierda y sirva todo como la franquicia que pretende ser y no se descontextualice su necesitada sangrienta exageración.
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