Con el presupuesto suelto y la fanaticada amarrada, Sylvester Stallone vuelve con su grupo de Indestructibles, ésta vez de la mano del director Patrick Hughes, para pasar por sobre las críticas y hacer una super película de acción donde no importa cuantos malos diálogos o incongruencias haya, incluyendo hacer ver a Antonio Banderas como el rey Julien (Madagascar), ellos explotarán, clitchearán y harán volar los cines de todo el mundo mientras se enfrentan a su más nuevo y letal enemigo: Mel Gibson!
Tras una peligrosa misión donde Barney Ross (Stalone) descubre que su peor enemigo, Stonebanks (Gibson) está vivo, Ross decide apartar a sus entrañables amigos vejetes para meter a un grupo nuevo que si mueren no generará culpa en su estreroico corazón, siendo éste el que le hac encariñarse esta vez de sus Indestructibles bebés (ah, que Barney Ross, no tienes remedio), y tras el rapto de sus retoñitos, obliga a que los antiguos indestructibles y Antonio Banderas vayan en su rescate, sumándoseles después los refuerzos Jet Li, Schwarzenegger y Harrison Ford, para una de sus más difícil batallas que hayan tenido.
Completando el elenco con Jason Statham, Wesley Snipes (que hasta hace chistes sobre la defraudación fiscal), Dolph Lundgren, Randy Couture, Terry Crews, y los pequeños Kellan Lutz, Ronda Rousey, Glen Powell y Victor Ortiz, además de Kelsey Grammer como un amigo de Ross, aunque la película no tiene las intenciones que gente como Robert Rodríguez pone a su serie Machete, es más disfrutable desde esa perspectiva que desde un ojo serio y ¿realista?, por lo que las incongruencias y las explosiones la hacen aún mejor que las dos películas anteriores, y ayuda al pisoteo de la crítica general, a la que Ross se enfrentaría, pero su dulce corazón evitaría que destruyera...
La cinta, entonnces, es eso... satírica (véanlo así, aunque no lo sea), y si lo ven desde ese ángulo, como fans la disfrutarán mucho, e incluso más que las dos películas anteriores... si se entercan, paran el meñique y se pavonean como gran conocedores donde todo es inadmisible, mejor ni se acerquen, el cine es para los que deben de ver cine, y este es un caso muy claro de específicos, donde se justificaría en absoluto las fallas y desperfectos.
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