Traducida como Dracula 2001 (esa referencia es obligada, pues el sindicato de traductores de títulos de películas seguro entiende que 2000 significa en español 2001), y dirigida por Patrick Lussier, la película narra el regreso del conde Dracula (Gerard Butler jóven y desconocido), a quien tenía prisionero en su sarcófago Van Helsing (Christopher Plummer), quien se había inmortalizado inyectándose la sangre del vampiro mayor para tratar de encontrar con el paso de los años la solución a ¿cómo matar a Drácula?
Con una construcción narrativa medio chafona, y con un estilo noventero a más no poder, lo destacado de la cinta es la interesante teoría del origen de Drácula como castigo divino a Judas Iscariote tras su conocida traición a Cristo, justificando con esto las debilidades del conde, la plata, el odio a los objetos cristianos, la luz del sol, etc...
Encasillable más en las películas estilo Van Helsing que como para ponerla al lado de la épica Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola, la cinta tiene secuencias típicas del vampira, pero que más que caer siquiera en clitchés van a un mal intento de historieta de comic que algo original y con la fuerza suficiente para pararse por sí misma.
En general la película es presindible en cuanto a razones o justificaciones encuentren, es totalmente dominguera, y si no la ven no importa, pero si la ven, de reojo, para dormir, o para no hacerle caso, no pasa nada, tampoco es la peor que se haya filmado.
Cabe mencionar que el soundtrack está muy bueno, y sí es una constante en la película, pero ni esto salva o sube a la película en cuanto a calidad.
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