miércoles, 28 de diciembre de 2016

Hacksaw Ridge (2016)

Desaparecido desde Apocalypto, desterrado desde La Pasión de Cristo, se dice que 10 años después finalmente la academia ha hallado ese milagro de natividad que le saque de ese hoyo dictatorial en el que fue enterrado en ese entonces por volverse el héroe de Eric Cartman, con tanta locura y antisemitismo que exhalaba. Mel Gibson vuelve a dirigir, y finalmente el mundo le vuelve a celebrar, como en los tiempos de Braveheart, así resurge entre las cenizas autogeneradas para ser ese ícono que merece estar en el mismo pedestal ocupado por otros locos de su calaña como lo fuera el controversial Clint Eastwood y varios inestables más de ese universo caótico de nombre Hollywood.
Basada en la historia real del objetor por conciencia Desmond Doss durante la gran Batalla de Okinawa post Pearl Harbor, la historia es idílica para el tiempo de desigualdad e incomprensión absoluta que el mundo es hoy en día; estelarizada por Andrew Garfield, la historia sobre todo sucede después del ataque japonés a Estados Unidos, teniendo que Doss le enlista al ejército por la indignación de dicha tragedia. No obstante, como es voluntario, pide dos condiciones para su adición a la guerra: No trabajar en su sabbath -es adventista del séptimo día- y no portar un arma, pues él va a salvar gente, no a matarla. - Bien sabemos todos que Gibson es un loco religioso, y que hasta tiene una capilla dentro de su casa ¿pero ésto?- Entonces aquí tenemos el primer gran dilema que el director utilizará para empezar su proyecto claramente basado en la escuela de Kubrick en Full Metal Jacket, que es dividir la película en 2, el primer acto narrará el entrenamiento, el segundo la guerra; hay una introducción, pero en esta reseña llevaremos a eso de un momento a otro.
Si ya comparamos con FMJ, la comparación siguiente podría ser aún más importante de mencionar, aún más allá del hecho de que hablamos de una película pacifista sobre la guerra, y es la elección de Vinde Vaughn como el entrenador de Doss. Sí, a veces Vaughn trató de hacer cine serio, como sucediese en el remake de Psycho o hasta Jurassi Park 2; no obstante, si ya estamos viendo una película estilo FMJ, comparar a Vaughn con Ronald Lee Ermey es una premisa herética, incongruente, insultante. Vaughn es un caza novias, un comediante, un ente que no se define entre la mediocridad, la comedia o el respeto propio, su elección es quizás lo más criticable por parte de Gibson... pero bueno, sus escenas pasan relativamente rápidas...
El primer acto es cómo Doss entra al ejército teniendo que afrontar sus convicciones con la tendencia violenta de la guerra. Aquí destaca la actuación de Hugo Weaving -él sí siempre es garantía-, quien se vuelve el porqué primordial de las desiciones de Doss, pues interpreta al borracho de su padre, un exsoldado traumado que desquita sus pesares con su familia, y es de ahí que el protagonista decide no ir hacia donde alguna vez pudo haber llegado, y solo ir a creer en el ideal no en las maneras...
El acto I acaba y uno queda creyendo que Gibson fue bonito, y todo lo que le caracterizó en sus últimos proyectos quedó en el pasado; el director ahora es tan lindo como Doss lo fuera ¿o no?
Inicia entonces el acto II y el Infierno se desata y la película se vuelve caos del más puro e intenso que recuerde.
Quizás intencionalmente, el directo vuelve rosa la primera parte, para una vez llegada la entrada bélica, uno sufra el shock que sus personajes suponen tener... la secuencia de la guerra es tan cruenta como la Pasión de Cristo, tan salvaje como Apocalypto. Gibson vuelve del enclenque moralista un verdadero héroe, y de ahí el hecho, seguramente, de que la pieza haya sido tan aplaudida los últimos días, y ya se vea como una de las favoritas de esta temporada de premios.
Entonces así es la nueva película de Gibson, pasas por tantos momentos, como la vida, destaca, claro, asusta, claro, en momentos te hace preguntar si sí o si no, pero bueno, así es la vida, vaivenes de desiciones que terminan volviendose épicas historias que el director supo representar tan únicamente como él suele lograr.
Completando el cast con Sam Worthington, Luke Bracey, Rachel Griffiths y la hermosísima Teresa Palmer, la cinta sí es recomendable, es buena la sorpesa vivida entre actos, y sin duda se espera le vaya tan bien como le ha ido, pues loco y todo, pero Gibson es un básico de esa máquina sorprendente cinematográfica que Hollywood es.









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