Luego de su despido en 1996 de la película de la Isla del Dr. Moreau, el director Richard Stanley resurge para adaptar uno de los cuentos favoritos de su mamá, El Color que cayó del Cielo de HP Lovecraft, teniendo a Nicholas Cage en el protagonico para crear una de las cintas de terror cósmico más delirantes de los últimos tiempos.
Tal como en el relato original, la historia sucede en Arkaham, tras la caída de un meteorito que emitía un color imposible de describir frente a un pozo del terreno de la familia Gardner, desatando la curiosidad del pueblo que rápidamente volvió a la apatía; no obstante, las tierras de los Gardner comienzan a verse afectadas por el impacto del astro, contaminando todo a su alrededor, desde el agua a las plantas a los animales, teniendo como daño colateral la contaminación de la esencia vital, poniéndolos de malas, raros, diferentes hasta llegada una de las escenas centrales cuando la contaminación espacial llega a un grupo de alpacas que crían en el lugar, y de las alpacas se contagia directamente a la madre (Joely Richardson) y al hijo (Jullian Hillard) teniendo uno de los resultados más repulsivos desde cintas como The Thing de Carpenter, demostrando que los efectos especiales pueden ir más allá del CGI logrando crear una atmósfera impresionante, terrorífica, trascendental y una experiencia cosmoespectral como pocas veces hemos visto en la historia del cine.
Completando el cast con Madeleine Arthur, Brendan Meyer, Tommy Chong y Elliot Knight, Stanley hace un triunfal retorno demostrando que aún se puede innovar en ambos géneros, los cuales como unión veíamos apagados desde los tiempos de Alien -talvez Cloverfield, pero honestamente el aspecto terror es dejado demasiado de lado- siendo una de las más gratas sorpresas de los últimos tiempos consiguiendo una obra muy bien hecha, muy bien contada y que seguramente todos los que la vean no olvidarán en mucho tiempo.
Es un tanto desconocida, pero si buscan bien en internet no es tan difícil hallarla. Enteramente recomendable.
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