Y aprovechando el éxito post-terminator de Arnold Schwarzenegger, y ya con una carrera más estable, ya contando con Aliens en su haber, James Cameron, consigue el máximo presupuesto de la historia (en ese momento) y crea la que ha sido la más memorable cinta del universo de los terminators que se haya hecho, logrando óscares a mejores efectos visuales, sonido, edición de sonido y maquillaje, además de ser de las películas que inauguraron el uso del CGI para la realización de los efectos especiales, técnica que es la piedra angular de los visuales del siglo XXI.
John Connor nació, y ha crecido hasta convertirse en un teen malcriado, estelarizado por quien consiguiera su máximo espelendor en la cinta, Edward Furlong, quien vive con su madre, Sarah, interpretada nuevamente por Linda Hamilton, pero ahora en un rol duro y bad ass como casi ninguna heroína del cine que haya habido, además de tener a Schwarzenegger como un Terminator, pero ahora bueno, reprogramado por el John del futuro para defenderse a él mismo y a su madre de una versión de Terminator más moderna, el T1000, interpretado por Robert Patrick, haciendo parecer a la épica cinta del 84 una churrada comparada con esta joya de la ciencia ficción.
Sin duda, ésta de esas secuelas que hacen pedazos a la original, pese a su repercusión y popularidad; la cinta es un clásico instantaneo y sin duda es el primer ladrillo rígido en la consagración de Cameron como uno de los mejores directores de la historia. Una absoluta imperdible.
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