Iniciando con el cumpleaños de Bilbo, el relevo del anillo y el descubrimiento de Gandalf de que el anillo es el anillo malvado de Sauron, la cinta pasa de un increíble nivel expresivo de animación a demasiadas secuencias rotoscópicas que si se usara menos perjudicaría menos la calidad original del filme, aunque después de todo estas imperfecciones aumentan el nivel autoral y artístico que tanto se le celebra hoy en día al director...
Pero sí, la cinta se siente inconclusa, empieza como una digna competidora contra Disney, pero entre la negativa de la conclusión en la segunda parte y la prisa que pareciera que Bakshi tenía como presión de los productores sí le resta en el nivel de calidad y esa afrontación entre lo comercial y lo artístico se vuelve el principal factor de disidencia dentro del a veces considerado mejor proyecto del director.
Por lo que sin duda es una increíble recomendación, y más aún si usted es fan de la historia de Tolkien, pero la prueba máxima de comprobar la posibilidad de que el genio artístico independiente es capáz de derrocar al emporio omnipresente capitalista de Disney nunca sucedió, pues afrontar con la bohemia de la independencia el metodismo fascista productivo siempre será una guerra perdida; no obstante, Bakshi y su genio artístico continúa e innolvidablemente se consolida como uno de los gigantes de la animación de todos los tiempos.

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