Estelarizada por Kelly Blatz, Brittany Curran y Michael Ormsby, y contando con la participación especial de Stepehn Lang, además de un grupo de milenials de relleno, listos para ser asesinados si así la trama lo requiriese, la historia narra los eventos en un manicomio abandonado tras un misterioso incendio unos años atrás. El edificio ha quedado a cargo de la iglesia, y entre los voluntarios se encuentra Patrick (Blatz), quien le cuenta a sus amigos del estado del lugar, y deciden hacer una fiesta masiva, que sin duda es comparable con la super fiesta de Proyecto X. Ya al día siguiente solo el círculo principal sigue en el lugar... se les ocurre jugar a brujería de chavitos como la de Las Jóvenes Brujas, desatando eventos diabólicos que van ligando historias medio extrañas zombieposesionezcas que llevarán a esos giros mencionados, de los que si sigo hablando arruinaré lo poco bueno que tiene la cinta.
La película es absolutamente dominguera, pese a contar con una fotografía aceptable por parte de Eric Treml; pero bueno, si está en Netflix es lo menos que podemos pedir ¿no?
El producto termina siendo recomendable solo para no prestar atención o dormitar en el proceso, siendo de esas miles B de las que vimos y no tenemos recuerdo alguno de haberlas visto.

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