martes, 25 de marzo de 2014

π (1998)

La ópera prima del director Darren Aronofsky es un experimento de autoconocimiento, una inducción a lo que el director es, en cuanto a su orígen judío, su curiosidad artística y su meticuloso estilo para generar obras de arte fílmicas, estelarizado por Sean Gullette y ya incluyendo la presencia breve pero concisa de Clint Mansell en el score, todo como un buen primer bocado de que Aronofsky simbolizara en los años venideros de la historia del cine.
Sobre Maximillian Cohen, y su búsqueda por encontrar una lógica numérica en todo, que lo lleva a pedir la ayuda de un grupo de rabinos, y volver de su obsesión el camino a descubrir el nombre verdadero de dios, perdido en la destrucción del segundo templo de Salomón, el cual parece derivar en lo que será, a que no saben qué número.
Sin llegar a ser la mejor obra del director, pero sin duda llevándose de calle a cuanto director experimental chavito quiera en el mundo independiente de las propuestas del cine de arte. Una buena primera mirada a la obra del artista, un extraña recomendación que valdrá la pena conocer sobre todo para los fans del género y el director.







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