La historia ocurre la noche del 2 de octubre del 68´, con los hechos de Tlalteloco aún latentes, propulsando opiniones y reacciones al respecto durante toda la película, primer sugiriendo la fecha como un punto geotemporal donde las tragedias se pudieran sucitar... Llueve; Ulises (Gustavo Sánchez Parra) está todo ansioso porque necesita tomar un autobus, y éste no ha llegado; el señor de la estación (Fernando Becerril) se muestra todo despreocupado, pues nada puede hacer él al respecto, y ésto enoja más al desesperado. Luego llega Irene (Cassandra Ciangherotti), una embarazada que escapa de su marido, con el que se acaba de pelear, pero el estancamiento en la estación también le encarcelará ahí. Hay dos ingígenas ahí, muy raras; luego llegan una mamá (Carmen Beato), su niño (Santiago Torres), y un hippie estudiante (Humbetro Busto), quienes también serán sometidos al encierro; donde súbitamente comenzarán a suceder cosas bastante extrañas, entre las que se encuentra la imposiblidad de salir de la estación, muy al estilo del Ángel Exterminador, y la transformación de casi todos los presentes en algo innarrable que tornará al mundo de un matiz diferente, del cual no tendríamos idea se sucitaría...
La película entonces sí es bastante interesante narrativa y estéticamente, los actores destacan por sus cualidades histriónicas, y quizás su única falla sería el extremo de referencia al cine de horror/ciencia ficción que tanto se ha reiterado a lo largo de la reseña. Como sea, la película es bastante recomendable, pues es un respiro a la sofocante tendencia a las comedias románticas mediocres que han ahogado, al grado casi del homicidio, al cine mexicano de hoy en día.

No hay comentarios:
Publicar un comentario