Si bien las comedias de horror siempre han sido malparodiadas solo por la güasa estúpida de algunos comediantes, hay una que otra excepción que rompe esa regla y entregan productos bastante aceptables que hasta llegan a volverse clásicos de ambos géneros con una aceptación casi unánime que les hace destacar no solo dentro de sus raros experimentos, sino entre todo lo que se hace en la magnificente industria del cine.
Uno de estos ejemplos es Young Frankenstein, que si bien más menciona solamente estar basada en el libro de Mary Shelley, la influencia del Frankenstein de Universal, el de James Whale, es inevitable, es un absoluto y una base no solo en historia y narrativa sino hasta en la hechura blanco y negro que la leyenda de la dirección cómica, Mel Brooks, decide utilizar como esencia estética del proyecto.
Estelarizada por el gran cómico Gene Wilder, la cinta narra la historia del nieto del Frankenstein original, un nieto que se averguenza del legado de su familia, y hasta se hace llamar Fronkensteen; no obstante, la sangre llama, y con la aparición de Igor (Marty Feldman), Fronkensteen tiene que ir a Transilvania en busca de la continuación del legado de su abuelo; allá conocerá a su ayudante, la sexy Inga (Teri Garr) y a la cuidadora del castillo de su abuelo, Frau Blucher (Cloris Leachman), y éstas les irán guiando a los secretos que usó la leyenda de la reanimación para repetir sus experimentos. A la par que todo esto sucede, la chusma iracunda se va preparando ante la llegada de un nuevo Frankenstein, además de que la llegada de la prometida de Fronkensteen, Elizabeth (Madeline Kahn) interrumpirá el divertido romance que se está dando entre el protagonista e Inga.
Completando el cast con Peter Boyle, Gene Hackman y Kenneth Mars, pese a que la premisa de la cinta es muy obvia, Brooks + Wilde terminan haciendo una película no solo divertida y de un humor lingüistico excelente, sino que crean una pieza sumamente elegante, vintage, de uso de lo retro de los 30´s como nadie lo hace, una musicalización idonea dirigida por John Morris, y un llevamiento más que destacado -que talvez solo el final lo torna un tanto fofo- contruyendo una pieza clásica instantanea que a la fecha aún se siente fresca y dinámica como pocas comedias lo pueden conseguir...
La creatura es ampliamente recomendable para gente fanática de la comedia clásica y los fans más de hueso colorado de los grandes monstruos fundadores de nuestro amado cine de horror.
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