Poética, adelantada, apocalíptica, soñadora, fotográfica, nostálgica, reflexiva... Así es la cinta o la secuencia de fotografías ordenadas y compuestas por el director francés Chris Marker, quien solo con imágenes y voz en off relata el cuento del viajero del tiempo de tiempos posapocalípticos allá en las lejanías horas que revasan la tercera guerra mundial, donde los experimentos temporales son una necesidad para la supervivencia de la raza; todo enfocado a los momentos, a los recuerdos, al detenimiento de un momento específico, que vive y revive por siempre a los ojos de un traumado por una muerte dentro de su infancia.
La "cinta" de solo 28 minutos es remarcable y memorable gracias (sobre todo) al remake de los 90´s de Terry Gilliam, la cual ya cuenta con secuencias de acción y trasfondo más desarrollado, sin embargo, la fotosecuencia de Marker remonta más a las tendencias europeas de los 60´s donde la primera intención de la narrativa fílmica era la mezcolanza de las artes dentro de esta séptima corriente.
Es una película muy corta que cualquier cinéfilo o fan de la ciencia ficción debería de ver aunque sea una vez en su vida.
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