Sobre el verano de Jesse (Andrew Jacobs) y Héctor (Jorge Díaz), y la muerte de la extraña vecina que vive en el departamento de abajo que parece practicar la brujería, la cual, tras su muerte desata una serie de eventos extraños que no se sienten tan frígidos como en las entregas pasadas, sino que con los personajes divertidos, mensos, superteens, curiosos, y hasta lerdos, la historia se vuelve ágil, empatizadora, y llena de momentos que más que asustar te mantienen en un hilo misterioso de entretenimiento que nunca llega a caer en lo tarado, lo clitché o lo aburrido.
Sin ser una joya del terror, la cinta cumple con el cometido de entretener y mantener la franquicia a flote, que ya en el tema de las brujas parece haberse estabilizado luego de que en los tres primeros capítulos pintara como que nadie tenía idea de a donde se movería la historia comenzada con Katie & Micah. Curioso fue que el estilo Live action comenzado en The Blair Witch Proyect, ese que parecía reacomodarse a la franquicia en cuestión, terminó ajustándose al tema de la brujería como colchón donde cayó leve y acomodadamente.

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