Nuevamente usando el tema de ciencia ficción de changos evolucionando se maneja un subdrama que habla sobre situaciones más serias que tratan de hacer abrir al espectador los ojos sobre la naturaleza perversa del hombre, y así como antes se habló de la radioactividad y hasta la guerra fría, en esta lo que más se critica es la esclavitud, y no por nada el único humano bueno resulta ser un negro (Hari Rhodes), que ayuda a Caesar a alcanzar su libertad, pero al final es la violencia y no el balance universal lo que gana en la revolución de los simios.
Igual que antes el pero máximo es el torpe uso de las máscaras de látex, destacadas para el tiempo, risibles para nosotros, sin embargo, tiene un buen seguimiento dentro de su propio universo y es constante y coherente con el mismo. Si usted verá la cinta con ojos subjetivos desde el siglo XXI no hará sino burlarse y criticar la película, sin embargo, le ayudará la cinefilia y el ser fanático para que esta cuarta entrega le recuerde cuánto y porqué gusta de esta franquicia que tan memorable sigue siendo.
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