Dirigida por Koji Shiraishi, la película inicia con dos maldiciones, la de Natsumi y Yuri con el video maldito, que incluye un maestro obsesionado con él -como en el Aro 3 versión gringa aka Leonard Hoffstadter-, llevando todo a la búsqueda de cómo librarse de Sadako... y por el otro lado está la historia de la trabajadora social Suzuka, que se ve envuelta en la maldición de Kayako. A la película entonces se le une Keizo, una especie de Constantine, que trae consigo una niña ciega, estilo Chaos (Dragon Ball), y tras una serie de desgracias en ambas historias, Keizo sugiere que la única manera de acabar con la maldición de ambas, teniendo que la de Sadako se ha agravado porque la estúpida de Natsumi ya la subió a internet; y esa solución es: afrontar a los demonios de ambas maldiciones para terminarlo completamente de una vez por todas.
Aunque el enfrentamiento se posterga demasiado, las dos historias se mantienen con el mood que ambas sagas nos tienen acostumbrados, y por eso son entretenidas; llegando el momento todo se torna épico, y la conclusión es tan inesperada, que el futuro se enegrece para donde quiera que volteen...
Con un elenco que incluye a Mizuki Yamamoto, Tina Tamashiro, Aimi Satsukawa, Masanobu Ando y Mai Kikuchi, la película cumple con lo mínimo esperado, y vuelve a hacerle competencia a un subgénero horroroso que pareciera a Hollywood no le ha interesado continuar, pese a que a quién no le gusta ver afrontarse a sus personajes favoritos de universos diferentes.
La película sí es recomendable, sobre todo para los fans de las franquicias en cuestión, los fans de horror japonés y curiosos del género siniestro y derivados.

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