Vamos por una más nominada, una que tratamos de ver en la etapa seleccionista cinépolis, una que solo la gente VIP podía ver, y no solo eso, solo gente que comprara los boletos días antes podía ver... la nueva película de Spike Lee: Infiltrado en el Ku Kux Klan (siempre me burlo de las traducciones, pero ésta sí ¿cómo se traduciría? ¿Negro Miembro del KKK?), una anunciada como impactante pero de humor negro, pero cuyo discurso supera con creces esos adjetivos, pues no solo se trata de una película más sobre la discriminación en contra de los negros, sino de lo que sucede en la era Trump, que tan increíble es, y parece que a nadie le importa, a nadie más que a gente como Spike Lee.
Estelarizada por John David Washington, interpretando al verdadero agente Ron Stallworth, quien escribió las memorias que inspiraron al director, que entra a las fuerzas policiacas en Carolina y rápidamente es mandado de agente encubierto a espiar a las panteras negras, teniendo como conclusión de que no eran un grupo violento, sino de dignificación de su raza; por lo que pasa sus estudios a un tema de verdadera importancia: el KKK, así que propone la infliltración de la "organización", y con ayuda de otros dos policías: Zimmerman (Adam Driver) y Creek (Michael Buscemi) empiezan el caso contra el klan antisemita y antinegros; Zimmerman se hace llamar Ron Stallworth y empieza su proceso de iniciación en la secta racista, viendo sus comportamientos y estudiando su palurdos planes contra la comunidad negra... Llegando a tener tal éxito, que el mismo David Duke (Topher Grace), líder supremo del KKK, se interesa por conocer a Stallworth el día de su iniciación.
Siendo una buena película llevadera hasta el clímax, sucede la tensión, llega el epílogo y sucede... si bien, en algún momento, en un diálogo se advierte de la posibilidad de que alguien como Duke llegara a la presidencia, es en el epílogo, donde se escucha un rápido toquido en una puerta, y la cámara sale del escenario, llega a una hoguera KKK con la cruz en llamas, y antes de darte cuenta te traslada a la actualidad, específicamente al 2017 cuando el klan marchó con la consigna del White Power, y hubo pleitos raciales que al final, el presidente Trump terminó avalando, siendo de gran discordia en el momento, pero rápidamente olvidado por retórica sobre la migración, el muro y los problemas en lejanos países como Venezuela... Una bandera norteamericana al revés sale en la pantalla y se decolora mostrando los verdaderos colores de ese país: Blanco y Negro.
Completando el cast con Laura Harrier, Jasper Paakkonen, Ryan Eggold, Corey Hawkins, Robert John Burke, Harry Belafonte y Alec Baldwin, sin duda la película termina siendo un shockeante momento que nos recuerda cuánto hemos ignorado un problema tan latente como lo es Trump, quien con su retórica whitetrash hace que temas como los tratados en la cinta no sean solo cosa del pasado, sino mierda del día a día que sorprende a nadie interese...
No sé si sea la gran película del año, pues como hemos hablado en reseñas recientes, la competencia está durísima esta vez, pues cada una de las nominadas es una indudable joya cinematográfica... lo que podría darle el premio es que sin duda sí es la que tiene un discurso más tangible y congruente, social y político como una buena pieza de arte debería de tener... no solo es narrativa, no solo es entretenimiento, es crítica existencial, y solo este tipo de piezas son las que subsisten, las que transforman.
Obviamente es 100% recomendable, sabemos que es difícil hallarla en el cine con todas esas estupideces elitistas de Cinépolis, pero ahora sí ya está fácilmente encontrable en internet... dénse el tiempo de buscarla, gozarla y analizarla como es debido.
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