viernes, 11 de abril de 2014

El Topo (1970)

¡Éntrale al color Jodorowsky!
Las críticas negativas en contra de Fando y Lis le fueron irrelevantes, y en vez de ser frenado, se encarreró a la que sería su más grande película hasta ahora, con puros simbolismos que vinculan las imágenes con ideas, con referencias místicas al mundo de lo real y lo irreal, de lo posible y lo sagrado; una absoluta joya de la cinematografía en general, y sin duda la más grande de las películas surrealistas jamás hechas; ¡una obra maestra!
Comenzando con la explicación del topo refiriendose a la alegoría de la cueva de la República de Platón, la cinta inicia ya con el vaquero Topo (Alejandro Jodorowsky) cabalgando al lado de su hijo desnudo (Brontis Jodorowsky) a quien lleva con él; entonces ellos conocen a la tentación, Mara (Mara Lorenzio), basada en la tentativa Mara budista, que envenenando su sentido de justicia le dice que tiene que matar a los cuatro maestros del revolver, interpretados algunas veces como los profetas del antiguo testamento, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, haciéndolo por los métodos que sean necesarios; sin embargo, al llegar al último maestro, éste le frustra su cometido al suicidarse e impedirle el asesinato, ganando por el medio de la cachetada de guante blanco, y la enseñanza de la irrelevancia de la materialidad; abatido, el Topo fracasa, perdiendo a Mara y a su hijo y culminando el capítulo uno.
Años después, El Topo fue llevado por deformes a unas cuevas, donde se enamora de una enana (Jacqueline Luis) tras su milagroso renacimiento tras un largo tiempo en coma; éste se da cuenta que los deformes son víctimas de unos pueblerinos que abusan de ellos, así que tras reencontrarse con su hijo (Robert John), ambos atacan y destruyen en pueblo de los bullies, encontrando ahí nuevamente El Topo su final, pero ahora no a manera de fracaso, sino de ascendencia; se inmola, y donde muere más tarde se transforma en un panal de miel, consiguiendo finalmente lo sagrado que toda su vida El Topo requirió.
Una exótica, produnda, meditativa, westerosa, mística, inspiradora, fantástica, fascinante, fabulosa cinta que consagra a Jodorowsky a lo que hasta ahora es, que llega a fascinar a gente como John Lennon, quien le ayuda en su difusión mundial, y la vuelve un tesoro de la época del LSD, que pocos entenderán (pero como recomendación personal, véanla alguna vez en dvd con los comentarios de director y cambia muchas perspectivas sobre la cinta), muchos interpretarán y todos deberían de ver. Una indispensable para la cinefilia que debemos de saciar.






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