Ya con su estrambótico éxito en El Topo, John Lennon fascinado por el trabajo de Jodorowsky le pide al productor de los Beatles Allen Klein que coopere y produzca la siguiente película del chileno, por lo que se une al proyecto y finalmente se filma la segunda gran producción jodoroskiana.
Sobre un vagabundo que conoce, gracias a un alquimista, a siete seres espirituales representativos del sistema solar, que una dinámica del eneagrama de la personalidad, tienen la intención de subir a la Montaña Sagrada, donde se encontrarán con seres divinos y panoramas bizarros, todo con la intención de divinizarse a ellos mismos para volverse seres inmortales.
Muy del estilo de la cinta anterior, Jodorowky reutiliza su jodoroskianidad surrealista tratando de rehacer su magia lograda dentro del Topo, y aunque es tremenda cinta, incomparable más que con su propio trabajo, la cinta no es tan fabulosa como la anterior, sino más bien una derivación de la misma, como una surreal continuación; que aún con todo, la dirección, el llevamiento del trama, la estética, y la escencia del director subsiste y se vuelve una joya indispensable del cine de arte de todos los tiempos, una increíble muestra de cine surrealista única del director. Por lo tanto, si usted es fan de lo logrado en El Topo, o es fan del género de la cinta, es extremadamente recomendable; para los ajenos al estilo, o introduzcanse libremente o aléjense indudablemente. Viva la montaña sagrada.
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