Tras lo acontecido en la cinta anterior, Bruce Wayne abandonó la figura de Batman para dar paso a una ley que se suponía Harvey Dent había propuesto, donde se cortaban algunos derechos civiles para dar fin al crímen en Gotham, todo lidereado por el comisionado Gordon (Gary Oldman) para el bien de la ciudad; mientras que un terrorista llamado Bane, interpretado por Tom Hardy, planea un ataque anarquista a la ciudad, donde primeramente acabará por el caballero de la noche, y después despojará a la burguesía de sus riquezas y las repartirá al resto del pueblo, en nombre de la Liga de las Sombras.
Contando también con la participación de Anne Hathaway como Selina Kyle, Michael Caine como Alfred, Morgan Freeman como Lucius Fox, Cillian Murphy como Scarecrow, Marion Cotillard como Talia al Ghul y Joseph Gordon Lewis como John Blake, la cinta, nuevamente musicalizada por Hans Zimmer, no es tan perfecta y bien construída como la entrega anterior, aún con la destacada actuación de Hardy en el rol del némesis y el dramático proceso narrativo con la que la cinta cuenta, cuya complejidad supera la sencillez de la rival de Marvel, Avengers, pero logra ser aplaudida por las mayorías, sin llegar a la gloria de la segunda entrega, solo cumpliendo con un digno y bien hecho final que la saga de los Nolan merecía.
Aún con todo esto, es más que recomendable, siendo una digna rival de la cumbre cinematográfica de la era de los superhéroes; línea que tendrá seguimiento hacia Man of Steel y las cintas que se vendrán dando en los años siguientes, todo bajo la asesoría de quien revitalizara a DC, el maestro Christopher Nolan.

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