miércoles, 30 de septiembre de 2015

The Three Caballeros (1944)

En plena segunda guerra mundial, con Walt Disney aún en la producción y con Norman Ferguson en la dirección, los estudios Disney, con su ya evidenciada propagandística personalidad, buscan alianzas tanto económicas como idiosincrática, y en la manera americanizada que los gringos tienen, a Disney se le ocurre dirigir una cinta totalmente hacia el mercado latinoamericano, buscando crear lazos más allá de los antes mostrados por la empresa, y producen Los Tres Caballeros, una historia de pequeños cuentos (fórmula muy usada en esos tiempos por la compañía para poder trabajar en proyectos pequeños y luego unirlos a manera de largometraje) que narran cómo los latinoamericanos le mandan regalos de cumpleaños al Pato Donald, y contienen 4 relevantes temas que sumergirán al pato en la cultura, flora y fauna de regiones americanas que antes Estados Unidos parecía no pelar.
Como digo, Donald es el estelar, y recibe los regalos de cumpleaños de sus amigos del sur; el primero narra la historia de Polo, un pingüino harto del frío que busca tierras más cálidas; el segundo es un relato de un gauchito llamado Memo; ya en el tercero no es un cuento/video para el pato, sino que el personaje ya interactúa con el regalo, y el regalo es José Carioca, un perico brazileiro que le lleva a Bahía y conoce la cultura de Brazil; y finalmente, en la parte más estrambótica del film, el último regalo es una piñata mexicana que contiene a Pancho Pistolas, un gallo jalisqueño que le muestra los lugares más bellos de México, terminando todo en lo que parece un viaje ácido, y una manera muy poco vista en las cintas Disney; lo surreal y lo abstracto dan buena impresión de cómo Walt veía nuestras culturas, y pese a su nivel de búsqueda de aliados para la guerra (incluso Pancho Pistola dicen estaba pintado en los aviones del Escuadrón 201), la cinta es bastante bella y sin duda es una de las más menospreciadas producciones de la compañía, a la que no se le pudo hacer tanta publicidad por lo mismo de la guerra... tanto así que mejor se estrenó primero en México que en Estados Unidos.
La película, como leen, es una maravilla recomendable, una de las más lindas maneras de ver a los pueblos hermanos latinoamericanos a mediados del siglo XX, talvez la mejor aventura del Pato Donald, y entonces indispensable para todos los pueblos al sur de Estados Unidos, como una evidencia, homenaje y poesía sobre lo que somos desde los ojos de uno de los más prominentes magnates de cine de todos los tiempos.







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