sábado, 27 de mayo de 2017

Get Out (2017)

Ópera prima de Jordan Peele que, como antes pasara con lo realizado por Robert Eggers (VVitch) o Elias Merhige (Begotten), se vuelve un nuevo clásico instantáneo, abordando el horror de una forma original, bien realizada y perfecta en su nivel contextual, teniendo como uno de los mejores proyectos de horror de los que podamos recordar; siendo que al menos, sin duda es de las mejores películas del género que se hayan hecho desde que inició el actual siglo XXI.
Estelarizada por quien antes se luciera en uno de los episodios de Black Mirror, Daniel Kaluuya, la cinta aborda uno de los máximos horrores que la sociedad actual pudiera tener; tras haber tenido posesiones, slashers, fantasmas de todos tipos ¿quién sería el elemento ideal para volverse el nuevo villano de cine de horror? Los caucásicos. La sociedad blanca como moustro de película de terror. Talvez algo similar se había utilizado en el clásico gore 2000 Maniacs, pero se aplica más el hillbillismo confederado como tema principal, ellos odian a los negros, pero sobre todo odian a los yankees; ya en la traducida como "¡Huye!", el principal target de esos villanos, son los negros, que, pese a decir que no los seleccionan por su color, sino por mera coincidencia, es obvio que es el patrón primo de la cinta: Blancos que quieren el control negro solo porque se creen superiores.
La historia narra la relación de Chris Washington (Kaluuya), con la blanquita Rose Armitage (Allison Williams), teniendo que cuatro meses después -en realidad son 5 meses- de iniciado su noviazgo, ella le invita a visitar a sus padres al campo; solo que al llegar allá todo es muy extraño, son blancos clasemediealteros que tienen de sirvientes a gente negra, gente muy rara, como hipnotizada, y está la casualidad de que la mamá de ella (Catherine Keener) es psiquiatra y e gusta hipnotizar a la gente. Chris empieza todo paranóico, pero por ella disimula y trata de pasarla bien, pese a la pesada actitud del suegro (Bradley Whitford) y al evidentemente racista hermano (Caleb Landry, quien vuelve a repetir su papel de palurdo loco, como antes lo hiciera en El Último Exorcismo, empezando a consolidar esta faceta dentro de su trayectoria); De casualidad, hay una reunión de más blancos, y todo se pone peor de incómodo; lo bueno es que el mejor amigo de Chris, Rod (Lil Rel Howery), siempre está en contacto con él, y se vuelve el vínculo indispensable con el mundo real.
La película es angustiante, bien llevada, perfectamente armada; la actuación de Kaluuya se vuelve épica, la parte cómica de Howery jamás sobra, como suele pasar con  las adiciones de comedia; el resto de la familia bastante creíbles; el soundtrack bien llevado y sobresaliente sobre todo en las escenas en las que la tragedia es necesitada de musicalización; y los efectos especiales son ideales para las secuencias en las que son  necesitados, sobre todo en las partes de la Zona de Hundimiento, donde el vértigo surrealista es representado tan propio que no se parece a ninguna película que hayamos visto antes, alejándose con una elegancia única de cualquier clitché que suele ocurrir en las películas del género.
El proyecto termina siendo una grata sorpresa que no solo se vuelve de lo mejor del año, sino de las cintas que pasarán a la historia por su bienhechura, su aprovechamiento de los tiempos cada vez más racistas que vivimos. Obviamente se recomienda que todos la vean, pues con todo y lo mencionado, a parte, es una película bastante universal que pueden disfrutar hasta los más temerosos hacia las propuestas horrorosas, sintiendo miedo y deleite por igual al estar frente a uno de los más destacados proyectos de los últimos años.










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