domingo, 18 de junio de 2017

Taxidermia (2006)

Basada en los cuentos cortos de Lajos Parti Nagy, y dirigida por Gyorgy Palfi, Taxidermia es una película húngara dividida en tres actos, donde la historia del taxidermista queda al final de la película, dejando para las dos primeras historias la de un masturbador de fuego y unas olimpiadas de gordos en medio de la guerra fría -efecto de sonido de scratch de tornamesa-; el género en el que se encasilla esta película es el de surrealista cómicohorrorosa, ahora bien, podemos continuar...
Acto 1. El protagonista es Morosgovanyi (Csaba Czene) se la pasa chaqueteándose, con fuego, con paredes, con carne... malpiensa, imagina, perversea... Nace Kálman, un bebé con cola de marrano.
Acto 2. Kálman (Gergely Trocsanyi) ya es grande y es uno de los máximos competidores en los torneos olímpicos soviéticos de atascarse de comida, hay un conflicto de triángulo amoroso ahí; nace Lajos.
Acto 3. Lajos (Mark Bischoff) es taxidermista, tiene su local, y cuida a Kálman, su padre, ya de viejo, cuando es un moustro obesísimo y está obsesionado con engordar gatos para una competencia; un día Lajos y Kálman se pelean, y el hijo se va de la casa un tiempo, y cuando regresa...
Ya, no spoilers, solo digo que la película tiene un epílogo en un museo, cerrando la historia que fue unida por las tres generaciones de partícipes...
Sin duda, lo que Palfi logra es una oda a lo grotezco, conjuntando no solo repugnantes e inmorales escenas con desquiciamiento social, un sistema putrefacto que no importa cuantas capas de pintura le hayan puesto con el paso del tiempo, siempre permanece nauseabundo en las entrañas; lo que sucede al final bien podría ser una metáfora de la preservación de esa grotesquería; en cuanto a idea, en cuanto a maneras, en cuanto a hechura, el director sin duda logra transmitir segundo a segundo esa esencia requerida; todo ayudado por la hipnótica música de Amon Tobin, que ayudan a entretejer una telaraña alrededor nuestro y atarnos y jalarnos hacia esos ríos de vómito y tripas que se vuelven las vigas que sostienen ese monumento a la insanidad materializada.
La película se vuelve una extraña odisea totalmente recomendable por su grado de originalidad y congruencia, siendo de esas piezas exóticas del otro lado del mundo a las que más gente debería tener acceso para apreciar como una de esas exquisiteses caducas envueltas en ropaje de moscas que preve ese interior infestado de muerte y pedazos de comida jamás terminados de digerir.











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