Luego de la revolución iniciada por Caesar (McDowall), los humanos bombardearon Nueva York sin éxito, y solo causaron muerte, destrucción y mutación, (sí, en esta última entrega vuelven a salir unas versiones más light de los mutantes de la segunda entrega) pero los simios y los humanos no racistas (sobre todo hippies y providas) escaparon e hicieron aldeas alrededor, tratando de vivir en paz como los ideales de Caesar dictaban; pero tratando de encontrar un propósito a los días por venir, un orangután (Virgil), Ceasar y el humano McDonald, viajan a la derretida NY para buscar unos archivos donde Zira y Cornelius predecían el futuro, pero cuando los mutantes se enteran de la sobrevivencia de los simios, inician un nuevo ataque sin sentido, el cual será la batalla final por el planeta de los simios.
Con un buen comienzo, en analogía a la Divina Comedia, con Virgilio guíando a Dante/Caesar a los Infiernos (pues sí llegan a decir que NY es como un Infierno), la trama, pese al contexto temporal del que hemos hablado a lo largo de la saga, no justifica muchos aspectos de chafez y de simplonada con la que Thompson resolvió la historia de una manera que hace ver a The Walking Dead como si fuera la obra maestra que en los 70´s nadie imaginaba ni siquiera en sus más ambiciosas propuestas, los argumentos de salida son súper forzados y no le hacen para nada justicia a las cuatro pasadas entregas.
Ni modo, la saga ahí culmina, y luego le siguen los shows de TV y las entregas del siglo XXI, pero al menos podemos decir que esta entrega no es lo extremadamente mala como para perjudicar como óxido al resto de las películas basadas en el libro de Pierre Boulle.
Recomendable solo para fans de la saga, y fans que aguanten vara sobre todo, pues si de exigencias hablamos, mejor ni le busquen.
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