domingo, 12 de febrero de 2017

John Wick (2014)

Salido como un "a-ver-qué-pasa", los directores Chad Stahelski, quien a parte ya existía en Hollywood por su trabajo como doble de escenas de acción, y David Leitch, lograron avalía entre los productores, que incluían a la misma Eva Longoria, consiguen a Keanu Reeves para el protagónico, un montón de extras no de primer nivel, en cuanto al mainstream refiere, pero sí reconocibles, y ¡presto! logras hacer un producto, que pese a su baja expectativa se vuelve un clásico nuevo del cine de acción de los años recientes... ahora con su secuela en curso, veremos si consolida su presencia y se torna un indispensable del siglo en curso, o más allá...
La trama es sencilla, incluso puede caer en lo burdo, pero en el género en el que se haya todo se justifica, todo deriva en lo glorioso del cine de acción bien hecho:
A John Wick (Reeves) se le muere su esposa; él es un asesino retirado, dejado del vicio del matar para poder estar con la mujer que ama; no obstante ahora que ella ha muerto solo le queda la depresión -es Keanu Reeves ¿qué más se podría esperar?-; pero como detalle final, ella encarga que le den una cachorrita tras su muerte, para que halle la felicidad nuevamente, más allá de su hermoso Mustang 69. Pues sí, sí se pone feliz, va a echarle gas al carro, y un junior ruso (Alfie Allen) le pregunta en la gasolinería que si no vende su carro; él responde que no y se va. Esa noche, los rusos entran a su casa, le muelen a golpes, roban su carro y matan a su perrita. De ahí, el infierno se desata.
El asaltantito es hijo del jefe de la mafia rusa, y cuando el papá (Michael Nyqvist) se entera lo que su hijo le hizo al legendario John Wick, trata de pedir disculpas, pero al ver que no las acepta, y lo único que Wick quiere es la muerte del asesino de su perrita, se desencadena una tremenda batalla, donde el mensaje bien podría ser que la vida de una perrita vale lo que cuestan unidas lo de los como cien asesinos que Wick tiene que masacrar antes de saldar su deuda...
Sí, suena risible, hasta parodiable en algún recuerdo surreal de Peter Griffin, no obstante, los directores logran crear una maravilla visual llena de adrenalina que combina el semblante inamovible de Reeves, con la colaboración de un cast que no solo incluye a Allen y a Nyqvist, sino a Willem Dafoe, Adriane Palicki, John Leguizamo, Ian McShane, Bridget Moynahan, Dean Winters, Dean Patrick Kelly, Lance Reddick, Toby Leonard Moore, Keith Jardine, y hasta el exluchador de WWE Kevin Nash; una fotografía deleitante de Jonathan Sela, y un soundtrack por Tyler Bates con tema principal de Marilyn Manson; logrando Stahelski + Leitch una pieza única en su especie con una evidente influencia de lo mejor del anime noir de acción y directores vengativos como Park Chan Wook.
Pareciera que menospreciar a los extras y dobles por su participación meramente física vendría siendo uno de los mayores errores que uno podría tener, pues al ver lo que uno de ellos logra con un presupuesto moderado, podemos esperar lo que sea de quien sea, solo dejando la oportunidad para que sea llevado a cabo.
La película es enteramente recomendable, una odisea visual inaburrible que no solo los fans del cine de acción deberían conocer, sino todos los que sean amantes del arte de la fotografía en movimiento para el gran formato...
Dato Adicional: Por si no saben dónde encontrarla, la película ya es parte del catálogo de Netflix, así que al alcance de las mayorías se nos ha entregado apoteósicamente.








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