Dividida en tres historias que parten de lo vivido las otras tres entregas, siendo una la historia del grupo de adolescentes que van a embriagarse, ligar y coger en una cabaña, la segunda historia es de una familia conformada por mamá divorciada (Joan Freeman), hija (Kimberly Beck) y el hijo, un niño raro que le gusta reparar autos y hacer máscaras de latex (Corey Feldman), y la historia de Rob (Anderson), que es un campista que ha venido a Crystal Lake a vengar a su hermana que mataron en Viernes 13 2; por lo que Jason empieza a matar otravez, teniendo asesinatos que casi no se ven hasta que llega la secuencia de persecusión con los tres últimos supervivientes: Rob, la hija y el niño raro, concluyendo con lo que parecería un extraño homenaje a The Omen, cerrando la vida de Jason con un hachazo (que persiste en la historia de Jason en las siguientes cintas), por el asesino menos inesperado de la más inesperada manera (es en serio, no sarcasmo... aunque no crean que será fenomenal)
La cinta es la peor de las cuatro primeras entregas, pero el culto del Viernes 13, por su valor sociocultural subsiste, y por eso es viable verla, solo por la fanaticada obligada que un fan del horror debe de tener... o planteandolo de otra manera, es como un cristiano que va a misa no porque quiera sino porque sabe que es una obligación.
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