Basada en la novela de Irvine Welsh, la cinta narra la historia de Mark Renton (Ewan McGregor) y sus amigos drogadictos, Spud (Ewem Bremner), Sick Boy (Jonny Lee Miller), Tommy (Kevin McKidd), el sociopata Francis Begbie (Robert Carlyle) y el narcotraficante Swanney (Peter Mullan); sobre cómo la pasan, cómo se drogan, cómo se divierten, cómo se destruyen, cada uno con sus respectivos problemas que van individualmente a declives distintos, que, con un humor ácido muestran a la autodestrucción como un divertido y cítrico final.
Teniendo entre todos los formantes del club algunas de sus mejores actuaciones, y pudiéndose comparar solo con otros nuevos clásicos como Requiem for a Dream, Trainspotting es una épica drogadicta que marca ciclos, y trasciende como pocas cintas lo logran, se torna un clásico instantaneo, y con ayuda de ese pegajoso y adoc score de Damon Albarn, incluyendo música de Iggy Pop u Underworld, la película es una joya cinematográfica de todos los tiempos, que marca el estilo de excelencia del que Boyle se pavoneará merecidamente por el resto de su carrera.

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