Roth, al lado de su chilena esposa, Lorenza Izzo, y toda la producción que Nicolas López tiene a sus espaldas, comienzan el proyecto, y en cuanto ve la luz comienza la controversia, la necesidad, las respuestas ambivalentes y una nueva leyenda del posmodernismo tarantinezco, una nueva joya del horror y la ambrosía del trabajo de Roth como uno de los máximos de nuestros tiempos.
Sobre Justine (Izzo), una universitaria hija de un diplomático de la ONU a quien le atraen los activistas de su escuela, dirigidos por el arrogante Alejandro (Ariel Levy), por lo que se embarca con ellos a una misión en Perú para salvar un pedazo de selva, y una vez logrado esto, su avioneta cae en un área donde una tribu no civilizada caníbal vive... La tribu poco a poco va devorando a los viajeros, en una de las orgías sangrientas más grande de la historia del cine.
Sin duda, la más relevante del reparto es Izzo, quien es una totalmente empatizable protagonista, y a donde quiera que a ella voltee tendrá al público de su lado, mientras que del lado e Levy interpreta a un detestable y odioso personaje como pocas veces uno pensaría ver, que bien podría ser la opinión del director hacia la hipocrecía de los activistas que han traído esa tendencia de econazismo juzgador de la talla del que las señoras moralinas poseían en las generaciones anteriores.
La cinta está muy bien hecha, cumple con las necesidades gore que todos esperábamos ver, hace justicia a las cintas italianas de inspiración - y hasta las supera-, y Roth consolida todo de lo que habla y trabaja, dejando un legado más en el cine donde pertenece.
La cinta es totalmente recomendable si usted busca horror, canibalismo, desmembramiento, diarrea, guerra racial, mutilación femenina, entre otras tantas cosas que uno esperaría ver en un INFIERNO VERDE.
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