La historia es relativamente simple, Sandler interpreta a Howard Ratner, un codicioso judio joyero de Nueva York; la primer secuencia en forma tiene lugar en su joyería justo cuando el jugador de la NBA Kevin Garnett, quien lo interpreta el mismo jugador, quiere comprar algo especial antes de un juego que tendrá esa noche; justo ahí llega un encargo de Etiopía que emociona a Ratner; éste ignora a los clientes, lo abre, se ve que son pescados, pero dentro de estos viene un diamante en bruto con un valor estimado de un millón de dólares. Cuando Garnett lo ve insiste en comprarlo, pero Ratner dice que no está a la venta; se lo presta. Garnett lo lleva al juego de la noche como amuleto y hace el juego de su vida, cosa que a Ratner le sirve, pues apuesta todo por él... El enrollo ahora, luego de la larga introducción argumental, es que Garnett ya no lo quiere regresar, y Ratner está urgido de su regreso pues le debe a medio mundo y ya lo asignó a una súper subasta que le puede cambiar la vida para bien o para mal...
La película es fenomenal, el ritmo jamás disminuye, y la construcción fílmica pone a los Safdie en la mira de lo mejor del momento. Teniendo que si bien no es la mejor del 2019, ni tiene 100% de calificación, como muchas páginas y revistas la catalogaron, sí es de lo mejor del año, sí es una joya como el concepto que manejan, y claro que es una must see absoluta.
Un Ojo claro que la recomienda, y nos tardamos en reseñar la película, pero no por decepción sino por proyectos ajenos; así que si no la han visto corran a Netflix y póngale play que es una absoluta obligación de gozarse.

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