jueves, 14 de mayo de 2015

Mad Max: Beyond Thunderdome (1985)

Épico éxito, leyenda del cine de acción, aceptación absoluta por parte de Hollywood, ahora George Miller y Mel Gibson tienen la máxima prueba para con sus seguidores y los escépticos que pudieran darse ¿lo logrará el Madmax hollywoodizado, uno que hasta incluye a Tina Turner disfrazada de Storm de los X-Men?
Adoc al tiempo, el momento cumbre para la ciencia ficción, comparable en estética (en el inicio) con clásicos como Return of the Jedi y Dune, ahora Mad Max (Gibson) anda en busca de unos camellos que le robaron, llega a una ciudad llamada "Truequelandia" donde da el primer punto en contra para la película, la típica escena de agilidad contra armas (Indiana Jones ¿estás ahí?), pero bueno, uno cuando trae altas expectativas siempre anda a la defensiva... como sea... Ahí conoce a Auntie (Turner), la "jefa" de Truequelandia, quien le explica cómo la ciudad tiene energía en semejantes tiempos postnucleares (generan la energía con gas metano de la caca de cerdos que tienen en el subsuelo), y le ofrece un trato al ver sus maneras: que mate a un gigante que carga a un enano todo el tiempo, combinados se hacen llamar Master Blaster (Angelo Rossito & Paul Larsson), para que ella domine truequelandia por completo; pero para matar a Blaster tendrá que entrar al Thunderdome, una jaula donde entran dos y sale uno... al final resulta que Blaster es [No spoiler], y Max no lo puede matar, por lo que le castigan y le exilian del lugar, amarrado a un caballo, a mitad del desierto unos niños (perdidos, totalmente referentes a los de Peter Pan), quienes le creen una especie de Mesiás, y al ver que no lo es, se abren camino a Truequelandia en busca de un mejor hogar.
Entonces: Pasando la referencia a Indiana Jones, la película se vuelve una maravilla en estética industrial ochentera, siendo claramente influencia de una subcultura en el cambio de décadas imposible de ver, desde las iluminaciones hasta los escenarios Miller vuelve a crear una maravilla de conceptos, un circo desesperanzado a base de gas metano como nunca antes se había visto, y como tantos habrán de imitar; SIN EMBARGO, es en la segunda mitad de la película, en la parte de los niños perdidos cuando la intensidad y genialidad del comienzo se pierde, y aún sin caer en los peores momentos de la cinta original...
Destacando entonces desde la trama inicial, la estética y hasta el experimental sountrack de Maurice Jarre, la cinta vuelve a ser hito en su género así como lo logró antes en la secuela; Miller no deja que esto se pierda y nos regala una espléndida persecución con carros rediseñados al final de la cinta, como para no olvidar que vemos Mad Max, y como para olvidar aunque sea un poco la parte aburrida de los niños perdidos.
Como sea es un clásico indispensable de la ciencia ficción, ya vemos más a un Gibson bravehearteado, más como en su cumbre profesional, y nos dejan un "cierre" para no olvidarse y siempre dejarse como una piedra angular de una estética revolucionante que influirá en tantos aspectos de la cultura general a lo redondo del globo.







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