Sobre Shane, un chico de New Jersey, tan estúpido como ahora los muestran los Jersey Shore, que sueña con salir de su "ranchito" y trabajar en New York, específicamente en Studio 54, donde el mismo jefe Steve Rubell (Myers) gusta de él, y al final decide contratarlo, volviéndose ahí muy amigo de los personajes de Hayek y Meyer, y pasando aventuras disco entre romances momentarios, pretenciones de éxito y evasión fiscal, llevando todo a ninguna parte, sino a la gonorrea cerebral que esta cinta que pudo explotar aún más la sexualidad, de la que sí se habla pero no específicamente, para hacer de esta fiesta de exceso una épica legendaria del cine drogo-fiestero libertino.
La película entonces es tibia, no es pésima, pero tampoco es como para parar el mundo y verla; por lo que sin querer no tienen nada que hacer y la pasan en la tele, está bien, si no, no la busquen, no se pierden de nada. Recomendación a medias.

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