Aún con la interesante perspectiva spinoff teniendo la historia antes, mientras y después de lo acontecido con Leonidas y sus 300 espartanos, teniendo para empezar el porqué del villano de la primera, Xerxes, que vuelve a ser interpretado por Rodrig Santoro, cuando el nuevo "protagonista", el ateniense Temístocles, interpretado por un insípido Sullivan Stapleton, asesina a su padre, Darío, y quedando Xerxes como un enclenque príncipe persa sin habilidades, es aconsejado por una griega radicada persa, Artemisa, interpretada por la que se lleva la película, Eva Green, para volverse el rey dios, y es cuando empieza el gran conflicto; así que mientras Leonidas peleaba en Termópilas y lidiaba con traiciones y épicas secuencias de acción, Temístocles tuvo que lidiar contra Artemisa en batallas marítimas, demostrando a cada minuto porqué Leonidas era El Guerrero de la historia y no él; derivándose todo hacia la batalla posterior al clímax de la primera parte, dejando la película en un "qué seguirá" que nunca terminará, pues cuando al final parece que pasará algo, la película termina, y sin dejar en puntos suspensivos como en La Desolación de Smaug, simplemente en "corte y queda", nos culmina con la expectativa de si habrá tercera parte o no...
Así, imposible de ser digna de la primera, pero levemente autosustentable, salvándose solo gracias a la curiosidad del colateral a la verdadera historia, y a la relevancia que Eva Green logra con su interpretación de la máxima perra histórica, comenzando su consagración como La Femme Fatale del siglo XXI, la película es una mala copia de la primera, malhaciendo la réplica de los efectos de la original, y tratando de justificar una y otra vez la ausencia de Gerald Butler, quien solo aparece un par de veces por el footage filmado para la primer película. No obsante, gracias a lo mencionado, la película no se puede considerar mala o aburrida, es entretenida y levemente emocionante, pero no épica; así que si llega a haber una tercera entrega talvez ésta adquiera un valor de puente (pese a su arte wanabe) del gran clásico a una innolvidable conclusión, mientras se podrá encasillar en el casillero de la equiz, donde solo la duda y la curiosidad de grandeza ajena serán las rutas para arrivar al "Nacimiento de un Imperio"

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