Woody Allen tiene una libería que heredó de su padre y éste de su abuelo, pero la economía ya no la hace costeable, por lo que cuando su doctora (Stone) le dice que quiere hacer un trío, a Allen se le ocurre decir que él conoce a alguien que le cobra mil dólares por hacerlo, él le dice a su amigo florista (Turturro) que pensó en él para concretar este prostinegocio, y al final termina aceptando, volviéndose un fenómeno entre las señoras que Allen consigue, entre ellas la fogosa Vergara, y una bonita (o llámese rara belleza) viuda de un rabino (Vanessa Paradis), que empieza sospechas en un oficial judío (Liev Schreiber), llevando tanto a Allen como a Turturro al ojo del huracán de una corte judía, que para los lejanos a esa religión simila más a la corte de la reina de corazones que a una corte real.
Más estilizada al estilo Allen que a Turturro, la película es elegante, satírica, desenvuelta mientras Allen tiene sus apariciones, sin embargo la historia de Fioravante, el prostituto, en ocasiones llega a tornarse un tanto aburrida; no obstante no obstruye a la película, y quizás esos minutos de ausencia alleneana es lo que separaría a ésta cinta de las de la colección Allen.
Una buena y entrenenida sexual, sobre un tema casi no visto en el cine (prostitución masculina), que en su construcción total es bastante aceptable, pero sin convertirse en LA película que todos deberían de ver. Recomendable para los gustosos de ese tipo de humor, del jazz, de Nueva York, de la pluriculturalidad que New York contiene, y de las aventuras sexuales que señoras como Stone o Vergara podrían desatar.

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