lunes, 15 de enero de 2018

The Shape of Water (2017)

Vanagloriada por medio mundo, poesía visual, proveedora de corazones más grandes, el deleite de las masas, lo más maravilloso que hayan visto, la cumbre de sus vidas, el sueño lúcido de Troy McClure... ¿qué? ¿no más lamidas de escamas? ¿no más probranquialgas? La Forma del Agua es parte de las películas del 2017 que las distribuidoras decidieron que la barbarie del público no debíamos ver el año anterior, por lo que nos fuimos enterando de su avance conforme a cómo le estaba yendo en festivales alrededor del mundo, siendo lo sucedido en los Golden Globes 2018 cuando Totoro San aka Guillermo del Toro se consagró como el mejor director del año... en su momento claro que dio gusto, ¿cómo no alegrarse al ver al último de los 3 compadres unirse al club con sus amigos? al fin y al cabo esperó 25 años ¿no? Lo único que quedaba entonces era verla en los cines para corroborar la magnificencia... debo confesar que por causas de salud no pude ir los primeros días a verla, y tuve que ver con envidia los estados de toda la gente de mis redes sociales describiendo cuán grandiosa era la nueva cinta de Del Toro, una delicatessen fílmica si tuviera que resumir el sentir popular... Cuando he ido a verla gran conflicto me ha tocado, pues pese a lograr ver esa gran maestría que del Toro tiene sin duda alguna, se me hizo una pieza forzada, pretenciosa y plana, teniendo más un resultado de fórmula que una obra maestra como todos la habían descrito.
Entonces, teniendo a Guillermo del Toro de director y a Vanessa Taylor como creadora de la historia, la película nos narra la historia de Elise (Sally Hawkins), una muda que trabaja de chica de intendencia como en un laboratorio del gobierno durante la guerra fría, sus amigos son un roomie romántico (Richard Jenkins) y otra señora del aseo, Zelda (Octavia Spencer). Cierto día, llevan un nuevo fenómeno a las instalaciones, una creatura del pantano (Doug Jones), en una misión bajo el mando de Michael Shannon. El experimento se torna intrigante cuando el monstruo le muerde y arranca los dedos a Shannon y mandan a Elise y Zelda a limpiar la sangre; Elise ve al monstruo y mágicamente se enamora de él... lo justifica con el silencio del monstruo y su soledad... solo sabe de esto un doctor inflitrado ruso, Robert Hoffstetler (Michael Stuhlbarg), pero no dice nada porque como él está ahí por su amor a la ciencia la relación entre la bestia y la muda se le hace super interesante en cuanto a procesos comunicativos y fines científicos. Por otro lado, Shannon nunca logra nada con la bestia, por lo que solicita su muerte para estudiarle por autopsia. Al enterarse de esto Elise pide ayuda a sus amigos para sacar al hombre pez-iguana de las instalaciones y salvarle la vida; llevando a todos a una rara aventura que deleitó el corazón de las masas.
Ahora empecemos por los pros: Desde los tiempos de Cronos, Del Toro nos ha mostrado cuán capaz y bien hecho es; cuando hace El Laberinto del Fauno se consagra como el gigante fílmico que es, consiguiendo película a película más y más libertad creativa, pues su sello es que su presencia garantiza calidad. En esta nueva pieza podemos ver minuto a minuto la dedicación entera que pone en cada detalle, cada movimiento, sonido, cada gesto; visualmente ha sido un trabajo impecable; la interacción con su equipo entero solo reitera lo que ya sabemos sobre su grandiosidad.
Entonces ¿porqué no nos hemos sentido embelezados y con el alma agigantada luego de ver la película? Para empezar el ritmo se siente pesado, su aire romántico se sobresatura; los personajes no son empatizables por su naturaleza de diferentes; y finalmente la historia de amor de una chica y su pescado no es algo que especialmente nos haga sentir mariposas estomacales. Yo sé que las relaciones interespecies siempre ha sido un tema recurrente en la fantasía, no por nada La Bella y la Bestia y la Sirenita son clásicos inocultables; sin embargo, pese a no tener escenas de bestialidad literal, el hecho que la relación entre un pez y una humana haya movido al mundo de semejante manera solo demuestra cuán solitarios se sienten todos; termina siendo un "peor es nada", se entiende cuando se trata de feos estando con feos, gente rechazada con gente rechazada, ¿pero con animales? Bajo el mismo estímulo, podríamos hacer la bella historia de un granjero que se enamora de su cerdita, que es muy inteligente... Estamos ante una premisa que hasta en Ugly Americans verían como un tanto anormal... y no hablo moralinamente, sin embargo, no se me hace normal que se vanagloree una relación como esta, ¿desde cuando una enferma historia de amor conmueve a generaciones enteras? Dudo mucho que historias como Nekromantik tengan un recibimiento como este... al final la historia es una perversión pintada como amor shakespeareano que hasta escena de baile y musical incluye, y termina siendo para muchos la mejor película del año.
Creo que replanteándose de una manera diferente, desde la verdadera perversidad que entraña la historia debería de releerse para encontrar el verdadero secreto de la historia. La cinta es recomendable por el hecho de su construcción cinematográfica, no por un modelo al que las parejas y los solitarios deberían aspirar a llegar. El cuento de amor interespecie será un legado de la desesperación solitaria en la que yace nuestra generación.













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