De pseudónimo "He Escuchado que pintas casas" es una más de las que encabezan las listas top del último año de la década; del director Martin Scorcese, que este año decidió volverse de los voceros más controversiales contra la Era de los Superhéroes, vuelve para dar a sus fans lo que tanto habían estado pidiendo: más de lo que lo hizo el titán fílmico que es, pues con producciones como Hugo o Silence su lado italoamericano queda de lado, teniendo que lo que la fanáticada busca no es la exploración artística de los masters of cinema, sino la sobreexplotación de conceptos hasta el momento de su muerte; por esto mismo Scorcese junta un elencazo que le ayuda a reenseñar su maestría fílmica, pulcrísima hechura y magnánime rítmica que ya todos sabíamos que tenía, pero no estaba de más volver a ver.
De casi 4 horas de duración, la cinta nos narra la historia del irlandés Frank Sheeran (Robert DeNiro) que, ya viejo nos narra la historia de cuando tuvo que llevar de viaje a su también viejo amigo Russell (Joe Pesci), llevando a las esposas de ambos; en el camino ven una gasolinería y les recuerda cuando se conocieron y cómo se desarrolló su amistad, la cual va de ayudar a reparar el auto del otro a contrabandear en camiones, a volverse matones de la mafia, a ser el hombre de confianza del mismísimo Jimmy Hoffa (Al Pacino). Durante estos flashbacks se contarán diferentes conflictos que tienen entre delincuentes, sindicalistas y problemas transnacionales más que nada contra Cuba, hasta volver a la verdadera razón del viaje y el final del cuento, regresando al Sheeran viejo que inició contando la historia.
Lo sé, es el argumento más vago para una cinta tan larga, pero es la única manera de no spoilerear de qué va el conflicto en cuestión...
Completando el cast con Ray Romano, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Stephen Graham, Harvey Keitel, Jesse Plemons, entre otros, sin duda la película es una joya de construcción cinematográfica, no le pide nada a ninguna de las otras películas de Scorcese; el director no solo logra eso, sino hacer a las tres joyas de la corona histriónica (Pesci-Pacini-DeNiro) volver actuar, como hace tanto no lo hacían, pues lo que habían venido actuando eran meras caricaturizaciones de las mejores épocas de sus vidas, o papeles de viejos rabietas que terminaban siendo prescindibles de películas tipo Sandler o Affleck; Scorcese lo reaviva y los hace ser y valer por lo que realmente son. Así bien, cada segundo de esas tres horas y pico se vuelve un deleite de visualización como hace mucho no pasaba.
¿Entonces? ¿Es correcto considerar al Irlandés la mejor película del año como tantas listas lo catalogan? El blog cíclope no lo considera así.
¿Porqué sería y porqué no sería la película del año?
Lo sería porque Scorcese no está a la altura de lo mejor entre los mejores directores de la actualidad, los sobrepasa, su status de leyenda es inevadible, lograr hacer productos como el irlandés no solo lo reivindican sino justifican su totalidad. Es comprensible que quien vea cualquier película de tal señorón quede deleitado incondicionalmente...
No lo es debido a su valor descontextualizado y la reiteración creativa en base a las necesidades consumistas de la cultura de la nostalgia y el rechazo a lo nuevo. Otras de las mencionadas top en algunas listas tienen a Joker o Midsommar (igual están Lighthouse y Jojo Rabbit, pero seguro nos las ponen a nosotros a mediados del 2020 y cada vez es más difícil hallar películas pirata antes de sus estrenos). En el caso de Midsommar es la innovación de la manera lo que la vuelve grande, pese a los comparativos que pudieran dársele es una película enteramente perfecta dentro del género al que pertenece, un género en desarrollo pero actual y generacionalmente acorde. El Joker, no solo es la manera innovadora de mostrar al villano o que replantea la era de los superhéroes a niveles diferentes, ni siquiera la actuación de Phoenix, es que cae perfecta para caótico y lleno de odio año que vivimos, un año de descontento y negatividad que se vuelve el contexto ideal para una película como ésta.
Irishman juega con una nostalgia de un director que no necesita recordar sino mirar hacia al frente, y son cintas como las mencionadas Hugo o Silence, las que nos reafirman que Scorcese no necesita vivir de glorias pasadas, pues tiene la capacidad de revolucionar el cine cuantas veces quiera, véase por ejemplo El Lobo de Wall Street...
El director se remata en controversia al decir cómo y dónde ver su película, teniendo paradoja en su pedir, pues si quería que se gozara de maneras específicas dentro del academicismo cinematográfico, mejor la hubiera hecho para cine normal, y no para Netflix.
Como sea, nadie niega la genialidad y perfección de la cinta, es más que nada el contexto de controversia, exageración y exaltación el que la menosprecia un poco, por lo que es preferible verla sin contexto, sin la lamida del troll virtual para olvidar que estamos en 2019 y que las opiniones de los opinólogos importan, porque ustedes lo saben, no importa más que su opinión.
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