Sobre Victor Frankenstein (Barret Oliver), un niño cuyo mejor amigo es su perro Sparky, pero cuya amistad se ve frustrada por la muerte del perrito, provocando que Victor lo reviva a la vieja usanza de rayos resurrectores, trayendo a su mascota de vuelta; sin embargo, la vecinada le recibe como moustro, haciéndole asustar y huir a un molino, perseguido por su dueño; y ya estando ahí, sin querer, los vecinos prenden fuego a la construcción, siendo el canino el único con posibilidad de salvar al pequeño.
Completando el elenco con Shelley Duvall y Daniel Stern, el satanizado corto es rescatado una vez comenzada la burtonización iniciada con Batman Return y El Extraño Mundo de Jack, haciendo incluso en 2012 una película completa con la historia, con la tecnología del tiempo.
Dejando de lado la polémica alrededor de todo, la película es linda e inocente, nada sorprendente, ni siquiera conteniendo un mínimo de la grandeza del director, por lo que su importancia no radica en su polémica o su contenido, sino simplemente para profundizar en quien se convertiría en uno de los más icónicos directores de los años recientes, quizás el más destacado en estética personal aplicada a grandes blockbusters.

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