Luego de su corto Vincent, su imaginería se ha visto más desenvuelto, más descubierto, listo para la burtonización, algo que repercutiría en los años futuros, sin embargo, la filmación del corto basado en Frankestein de Mary Shelley le cuesta su trabajo en Disney, de donde Tim Burton marcha satanizado debido al quasivideoarte de un niño que revive a su perro. Uhhhhh.... (podríamos ponernos a pensar que pensarían los magnates de aquellas épocas de lo que Disney hace ahora)
Sobre Victor Frankenstein (Barret Oliver), un niño cuyo mejor amigo es su perro Sparky, pero cuya amistad se ve frustrada por la muerte del perrito, provocando que Victor lo reviva a la vieja usanza de rayos resurrectores, trayendo a su mascota de vuelta; sin embargo, la vecinada le recibe como moustro, haciéndole asustar y huir a un molino, perseguido por su dueño; y ya estando ahí, sin querer, los vecinos prenden fuego a la construcción, siendo el canino el único con posibilidad de salvar al pequeño.
Completando el elenco con Shelley Duvall y Daniel Stern, el satanizado corto es rescatado una vez comenzada la burtonización iniciada con Batman Return y El Extraño Mundo de Jack, haciendo incluso en 2012 una película completa con la historia, con la tecnología del tiempo.
Dejando de lado la polémica alrededor de todo, la película es linda e inocente, nada sorprendente, ni siquiera conteniendo un mínimo de la grandeza del director, por lo que su importancia no radica en su polémica o su contenido, sino simplemente para profundizar en quien se convertiría en uno de los más icónicos directores de los años recientes, quizás el más destacado en estética personal aplicada a grandes blockbusters.
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