jueves, 19 de junio de 2014

A Million Ways to Die in the West (2014)

Pasada la euforia de Ted, y valiéndole un carajo el hecho que la fanáticada clamaba por una secuela, Seth McFarlane junta a sus amigos y comienza una segunda película sin el taquillero osito, ésta vez protagonizada... por él mismo (onomatopeya: sonido de acetato rayado al detenerse https://www.youtube.com/watch?v=NWgNzZK1Vpk), y ¿qué ha pasado? ¿éste se ha pensado que como volvió a ser exitoso es un Woody Allen o qué diablos? Ya apareció en los óscares, algo de talento en su persona debe de tener ¿o no?
Sobre Albert Stark (McFarlane) quien por mediocre es cortado por su novia Louise (Amanda Seyfried), y solo le queda el confort de emborracharse con sus amigos, Ruth (Sarah Silverman) una prostituta que no quiere tener sexo con su novio pues es inmoral, y el novio, Edward (Giovanni Ribisi), humilde, amistoso y tímido; Louise se hace novia de un vendedor de bigotes llamado Foy (Neil Patrick Harris), y Albert decide dejar el oeste, sin embargo una atractiva chica, Anna (Charlize Theron) llega al pueblo con su hermano, y ella empieza a volverse amiga del protagonista, ayudándole a entrenarse para un duelo que tendrá con Foy por el amor de Louise, solo que en este lapso Anna & Albert se enamoran solo para cuando éste amor llega a su cumbre, Albert descubre que Anna está casada con el peor bandido del oeste, Clinch (Liam Neeson), y ahora deberá decidir qué hacer al respecto para resolver este tremendo dilema.
Comenzando con quasisoliloquios muy woodyalleanos, pareciera que quisiera volverse el Allen de la generación pop, pero una vez que Theron & Patrick Harris entran en la historia todo se estabiliza pese a la imparable escatología y hasta vulgaridad  (pero nada extraordinaria) de la trama, teniendo como resultado final no algo tan llamativo como Ted, pero sin duda sí una mejor producción que ésta, se empieza a ver cayo en el director y una mayor adaptación al medio.
Cabe destacar las dos apariciones pop (Django y el Doc Brown) que hacen de la película aún mejor de lo que ya estaba lograndose, y sin pena absoluta, ni gloria despampanante, McFarlane tiene su primera aparición como actor en una dominguera pero pasable cinta, que finalmente resulta una buena alternativa al inundado de mediocridad género de la comedia.
Mención final: No se vaya con la finta de la extraña traducción mexicana que se le dió al título que bien traducido sería "Un millón de maneras de morir en el Oeste", cambiado a "Pueblo Chico Pistola Grande", que ya después de esta interpretación del nombre me interesaría que quienes traducen los nombres de las películas sacaran un diccionario con porqués certeros para los reseñadores que no hallamos sentido a su naquez total.














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