domingo, 18 de abril de 2021

Cinema Paradiso (1988)

Una de mis grandes faltantes de todos los tiempos, era el clásico de Giuseppe Tornatore, Cinema Paradiso, ese hito fílmico que podría considerarse un homenaje más al medio mismo; evento y parte de la humanidad que nos alegra día a día desde el día de su invención.

La cinta que en su momento se llevó todos los premios correspondientes a su categoría, de película extranjera, nos narra la vida de Salvatore, construida en 3 episodios que se ligarán por el cine local homónimo del título de la cinta -que increíblemente no terminó llamándose algo así como "amor y cine" o algo así- y su cácaro Alfredo (Philippe Noiret).

Si bien la historia comienza con el "Toto" ya adulto, interpretado por Jacques Perrin, éstas primeras secuencias serán introductorias para dar paso a la narrativa total que conformará la película, comenzando con la infancia del estelar protagonizada por un excelente Salvatore Cascio; Toto vive con su madre (Antonella Attili), una señora cuya pareja se fue a la guerra y enviudó, por lo que ahora tiene que cuidar a Toto y a su hermana. Toto es un niño inquieto, y con la apertura del cine del pueblo no quiere salir de ahí, donde se junta el total de la personalidad de ese folklórico pueblo italiano, y donde conoce a quien terminará siendo su figura paterna e inspiración, Alfredo. En un comienzo tienen rivalidad entre ambos, pues no está bien que un niño entre a la cabina de proyección del cine; sin embargo, con el paso de la cinta el hombre va viendo las cualidades del niño hasta volverle su pupilo y en un momento su suplente también. El acto segundo toma entonces a Marco Leonardi como protagonista, Toto ya es joven y una chica (Agnes Nano) se vuelve el gran amor del muchacho al grado de desplazar un tanto al cine. Al ver esto Alfredo tendrá que actuar para controlar el devenir de su alumno y termine volviéndose lo que él siempre quiso que fuera, un cineasta; hecho que se consuma en el tercer acto y liga la historia con las secuencias introductorias de la cinta.

Cuando se estrena en los cines, se tiene que hacer un corte para salas de 122 minutos, no obstante, el hecho de procrastinar el gozo de verla por tantos años nos deja tener fácil acceso a la versión de 155 minutos incluso en You Tube, dejándonos verla en su plenitud y magnificencia para entender porqué es uno de los máximos clásicos de la historia del cine.

Musicalizada épicamente por el maestro Morricone la cinta no solo se enfoca en el ego directivo que ya hemos visto en casos como la filmografía completa de Fellini, sino que al volverle un personaje de comienzos humildes, empatiza más con el público promedio y le torna un producto universal que se entiende porqué tuvo esa magia con el público desde su estreno; pues este tipo de proyectos tienden a sesgarse más que nada a los ricachones que terminan dirigiendo y produciendo cine hollywoodense. El Toto niño nos da acceso a todos a compartir su sueño y ligarlo con los nuestros, volviendo a cada uno de los personajes entrañables y parte de un universo de protagonistas de este arte que tan arraigado llevamos en nuestro día a día.

La cinta sin duda es una indispensable, una pieza absoluta de la filmografía de todos los tiempos, y que si ustedes, como yo, no habían podido ver, es tiempo de que se acerquen a ella y entiendan porqué no solo yo, sino tanta crítica le ha alabado con el paso de los años. Una belleza absoluta que nos recuerda nuestro amor por el cine y nos propulsa a nunca dejarle pese a lo que suceda en nuestros andares diarios.



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