Lanzada como producción independiente movida por el director Steve Barron, y siendo históricamente la película indie más taquillera hasta la llegada de The Blair Witch Project, la cinta que todos amábamos en los noventas vista ahora termina siendo un compendio de secuencias ninja, malos chistes y una digna caracterización mixta de animatronix con botargas.
Sobre cuatro tortugas ninja adolescentes mutantes que defienden a una ciudad inundada de maleantes juveniles sin control (o más bien controlados por Destructor), solo las desconocidas Tortugas Ninja y un vigilante 100% noventero llamado Casey Jones interpretado por Elias Koteas pueden con el peligro desatado, pero esto despierta la curiosidad de la reportera Abril O´Neal (Judith Hoag), que termina volviéndose una gran amistad entre todos ellos concluyendo en una burda pelea en contra de Destructor y sus secuaces tras el secuestro de su sensei, la rata Splinter.
Cuando uno recuerda, si es de esa época, uno no puede dejar de hablar bien de la cinta, yo mismo fuí parte del fenómeno ninja, sin embargo regresando a los clásicos, la película es bastante, pues aunque comienza bien, muy al estilo de grandes clásicos del estilo del momento como Robocop o Batman (Tim Burton), pese a la buena caracterización de las tortugas por parte de Jim Henson, competente con cintas clásicas como Gremlins o Creeters, la cinta va del mal en peor, nunca despegando en realidad y fácilmente catalogable como una chispa que brillo más gracias a estar en el lugar y momento adecuado que por su grandeza propia, y hay tantos fenómenos así, basta mencionar Transformers o Jumanji para recordar que como primeras impresiones fueron fantásticos, sin embargo el tiempo los corroyó y dejó como un buen recuerdo no digno de ser revivido...
La película entonces es eso, un buen momento que no vale la pena revivir, aún cuando la nostalgia sea vívida e intensa, no vale la pena sacar del baúl, sino conservar con el recuerdo de lo que fue más que lo que puede volver a ser... Reveala bajo su propio riesgo, puede que su niñez no haya sido tan genial como usted se lo imaginaba.
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