En este blog hemos hablado de muchos directores de renombre a nivel mundial, hemos hablado de pilares gigantescos que soportan el peso de la historia del séptimo arte, pero si hablamos de Fellini tenemos que hablar de un olimpo cinematográfico, pues este moutroso gigante cinematográfico es una sombra absoluta que no solo abarca el séptimo arte, sino que su sombra y repercusión llega a terrenos artísticos ajenos, desde pintura, caricatura, danza, arquitectura, literatura... y una lista interminable.
En esta ocasión hablaremos de una de las más exitosas películas jamás hechas en la historia, y una de las mayores construcciones del mismo Fellini, pues no por nada ganó premio a mejor película extranjera y a mejor director, que desde mi perspectiva, sin restarle valor ni a la película ni a Fellini, estos premios son más un merecido homenaje al director que solo a Amacord como tal.
Sabido es que Amacord viene del "Yo me acuerdo", por el lenguaje propio de Rímini, donde se lleva a cabo la película, ésta trata sobre un gran número de historias y personajes en los tiempos fascistas, tratando no solo con problemáticas específicas, sino más bien con sus vidas en general, como recortes, como collage de momentos aleatorios que van desde el gusto por una mujer bella o gorda, la confrontación con la religión, la familia, el padre, la madre, el avance de la tecnología, la política alejada y adentrada de ésta misma, etc... pues sin llegar a la comedia, es humorística, es drama, es arte, es genialidad, es gloria, es solo cine, es solo vida.
Con un notable score inmortal de Nino Rota, y estelarizado por Bruno Zanin, la película, como todas las fellinianas son un tesoro artístico que supera el tiempo, pero no a la manera de E.T. Jurassic Park o Star Wars, sino a la manera de la obra de los impresionistas, Dalí, Picasso, la Mona Lisa... Fellini es un artista, más que un cineasta, él es un genio, él es indispensable.
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