Tachada de clitché solo por el hecho de ser de Disney y casi nepotistamente llevársela de calle en la temporada de premios 2015, si hay algo que deberíamos destacar hablando de eventos como éste, es que es imposible negar que el producto creativo proveniente de moustros capitalistas extremistas como Coca Cola o Disney, no importa cuán enterados estemos del mal que han hecho, hacen y harán, sería falsedad absoluta que en cuanto a calidad en sus productos creativos, ellos son y serán siempre puntos de partida y absolutas referencias de las que todos queremos tomar un pedacito.
Entonces, el cortometraje ganador del óscar, sí, hizo que las otras nominadas no tuvieran ni la cercanía de ganar el premio, pero jamás podríamos decir que Feast (Festín) es absolutamente bella, completamente genial y una más de las joyas que visten orgullosamente a la compañía del ratón Miguelito.
Así que dirigida por Patrick Osborne, y producida por el mismísimo John Lasseter, el corto nos narra la historia de un perrito glotón, como todos los perritos, al cual le van aderezando sus croquetas al grado de volverles esquisiteces culinarias, sin embargo, luego llega una mujer de la que su dueño se enamora, y la dieta del tipo cambia hacia algo más saludable y menos suculento, por lo que el perrito se enoja y esa alegría se va enegreciendo por su capricho de seguir con la comida engrodadora; solo que cierto día la comida rica regresa, lo que primero causa brío nuevo en el perrito, hasta que ve que fue porque la mujer ha dejado a su amo, y ahora éste vive peor de triste que cuando a él le cambiaron la dieta, por lo que tiene que hacer algo para recuperar la felicidad de su dueño, aunque esto le cueste los manjares que sabe que la mujer ya no proveerá.
Y sí, todo eso pasa en 6 minutos deleitantes, donde el perrito nos contagia de sus emociones aún siendo un perrito digital creado con la misma técnica que la animación de la también premiada Paperman; sello que tanto Disney como Lasseter más de una ocasión en el pasado han logrado conseguir denotando a casi cada producto su maestría y su valor único que solo ellos saben tener.
La competencia fue injusta, sí, pero quizás si hubiera un "premio Disney" sería menos controversial la categoría, y seguiríamos festejando las creaciones del estudio, y los creadores independientes podrían saber el sabor de un por lo pronto inalcanzable premio óscar.
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