jueves, 24 de octubre de 2019

El Camino: A Breaking Bad Movie (2019)

Que el mame nunca pare, si algo ha resultado exitoso seguro se puede exprimir de una u otra manera
-Pero Sr Productor, ¡el personaje principal se murió!
¿Lo está?
-Sí
Ah, bueno, pues hagamos algo con su patiño
-Pero señor, los actores ahora están viejos o gordos
¿quién podría notarlo?
Finalmente lo que nadie y todos pedíamos, una película sobre la mejor serie de todos los tiempos, Breaking Bad, una película que podría poner en riesgo el legado de la masterpiece de Vince Gilligan, pero que le importó un carajo, pues ¿quién no la vería? Somos una bola de morbosos, así que ¿porqué no?
Dirigida por el mismo Gilligan, la historia empieza minutos después del final de la serie, un embarnecido -seguramente por el encarcelamiento del que acaba de estar medio año- Jessie Pinkman (Aaron Paul) escapa luego del desastre que provocó Walter White (Bryan Cranston), y llega con sus amigos, Skinny (Charles Baker) y Badger (Matt Jones), quienes le ayudan un poco en la superación del trauma hasta que ven que el carro activó la ubicación dejándoles ver que la policía ya sabe dónde está Pinkman. Ellos le dan su coche, y ahora es turno del fugitivo encontrar la manera de escapar al caos que en la serie provocaron...
Teniendo en el cast a gente como Jonathan Banks -en flashbacks-, a Robert Foster -quien muere el día del estreno de la película-, y a un gordísimo Jesse Plemons, la cinta termina un epílogo innecesario del que cínicamente Aaron Paul hasta llegó a decir que está dispuesto a repetir ser Jesse Pinkman cuantas veces sea necesario -pues su carrera ha ido en picada desde que lo primero que hizo tras Breaking Bad fue hacer películas de carreras de coche de muy mala calidad-; las incongruencias en las líneas de tiempo y look de los personajes restan credibilidad al proyecto, y la rítmica nunca vuelve a sentirse como la serie lo lograba capítulo a capítulo.
La cinta es más recomendable por morbo que por calidad, y es una lástima que le añadan este negro capítulo a la serie perfecta, que hasta el hecho de ser corta era aplaudible. Mal por Gilligan, mal por la sed nunca saciada.













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