Sobre las secuelas de un par de hermanos, Nick (Jakob Cedergren) y Martin (Gustav Fischer Kjaerulff), del alcoholismo de su madre durante su niñez, siendo ahora ellos "parias sociales", afrontando la economía e ideosincracia decadente, uno con un pasado en prisión y el otro en el desempleo con situación monoparental, teniendo que tener a su cuidado a su hijo, quien pese a todo le admira; la cinta se mantiene en una fría estática depresiva que jamás decae a la mediocridad o la malhechura, pero no llega a ser lo que los más grandes momentos del director fueron, sino que se mantiene en la categoría de cinta extranjera buena para festival de cine internacional, de esas que la gente talvez vea, talvez no, y talvez nadie la recomiende o sí, todo tan gris como el sentido mismo del film.
Aún con esto, si usted fue fan del D95 y Vinterberg, se le recomienda que la vea, pues nunca es malo conocer la evolución de los grandes de la historia del cine.

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