El verdadero típico gran hit veraniego no es ni El Planeta de los Simios ni Guardianes de la Galaxia, pues esas quedan ya en el salón de los grandes emporios de la ciencia ficción, y seguro trascienden del verano, pues éste realmente es para películas fofas pero sorprendentes, innolvidables que no incluyen trasfondo alguno, pero la destrucción desmedida y los ruidosos sonidos que componen estas películas son las que hacen loa tarde ideal ante la magnitud del gran cine, no por nada El Pico de Dante, Volcano, Armaggedon, o la más comparable con el tema Twister, pero si hubo alguna vez un titán del medio, un verdadero amo del hit veraniego, ese es Roland Emmerich, quien poco a poco fue desgastándose hasta que ni la gran carga de efectos especiales hace que la bolsa explosiva cinematográfica valga la pena, algo así como Michael Bay (¿ya es posible considerarle clásico?), así que con los grandes desgastados, como dentro de sus películas, el género queda libre o muerto, terreno totalmente a disposición de quien quiera ocupar el lugar, y finalmente llegó alguien que pudo ocupar ese tan anhelado asiento, y ese es Steven Quale, quien casi de la nada, decide tomar el sitio de verano blockbuster, y hacerse cargo de la vacía pero emocionante y devastadora "En El Tornado", y contando con Thorin, digo Richard Armitage, Lori, digo Sarah Wayne Callies, Freddy, digo Nathan Kress, y un resto de artistas de bajo perfil, logra conseguir el máximo éxito desde los titanes mencionados, y se vuelve un digno del asiento que llegó a acaparar.
A manera de quasifoundfootage, la cinta nos narra sobre un grupo de estudiosos de tornados, lidereados por Pete Moore (Matt Walsh), con un super carro-tanke llamado Titus, para documentar los meteoros, que paralelamente lleva su misión mientras que Donnie Fuller (Max Deacon) graba una cápsula del tiempo para el fin de año de su prepa, ayudado por su padre (Armitage) y su hermano (Kress), pero deja esa labor para ir a conquistar a una chica de la que siempre ha estado enamorado (Alycia Debman Carey), todos conducidos por su cuenta a una serie de tornados que destruirán el pueblo en el que viven, concretando una serie de eventos clitché que cualquier película del estilo DEBE tener.
Cuando la emoción y los efectos especiales se sobreponen ante la profundidad creativa y dramática puede ser un momento de crisis cinematográfica, pero así como se puede usar la ingenieria industrial no solo para hacer trenes, fábricas y aviones, sino para hacer atracciones de feria, el cine también puede usarse para causar aventuras proyectadas en una sala llena de gente de bajas expectativas que disfrutará las casi dos horas de deleitante sentido abrumador; por lo que si con estas "advertencias" y "argumentaciones" está a favor de los elementos positivos de este tipo de cine, es una gran película de aventura veraniega blockbuster, donde no importa que tan chafa sean el guión o las actuaciones, el contenido neto es una vertiginosa y llenadora experiencia cinematográfica. La película no trascenderá, no moverá el mundo, no se crearán tratados sobre ella, pero con un vaso de refresco y unas palomitas grandes nos recuerdan que nuestra cultura pop va más allá del deleite espiritual, sino de explayar el cuerpo a emociones que a todos nos gustaría vivir.
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