Con la misma historia de Guido (Day Lewis), y su crisis existencial, más demasiado baile y canto, Marshall trata de repetir la magia de Fellini en un inmenso circo que el dinero hollywoodense pudo comprar; sin embargo, ese toque autoral es imposible de repetir, por lo que la película fracasa, pues no solo le toca estrenarse al lado de Avatar de James Cameron, sino que la crítica y la academia no la reciben con buenos ojos tampoco, por lo que queda directamente para el cajón de los fracasos como una mala adaptación de un tesoro patrimonio de la humanidad.
Así que si usted es muy fan de 8½ y se siente muy curioso de conocer el musical, y ver al precioso cast en ropas provocativas que Marshall logró conseguir, véala, si no le interesa, no se pierde de mucho.

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