lunes, 24 de noviembre de 2014

Demolition Man (1993)

Dirigida por Marco Brambilla, y siendo un clásico de la ciencia ficción de acción, el fenómeno fugaz de uno de los grandes éxitos de Sylvester Stallone, muestra una alternativa uto/disto-pía, donde se le reúne con otros dos hit sobre todo de ese momento noventero como lo son Sandra Bullock y Wesley Snipes, teniendo una de las películas más sólidas de esos ayeres que menos se recuerda en los tiempos actuales.
Tras 36 años criocongelados, tanto el policía John Spartan (Stallone) como el villano asesino Simon Phoenix (Snipes) despiertan en el año 2032, donde el mundo es totalmente distinto al que dejaron en su era, Tacobell es la máxima de las franquicias, el sexo por transmisión de fluidos es ilegal, así como la sal, y la tendencias antiestress son religiosamente respetadas para una paz mesquina que se maneja. Phoenix es despertado antes y comienza un terrible caos en el futuro, así que esa es la razón para traer a Spartan a la historia para ayudarles a estabilizar este nuevo cavernoide caos que ha comenzado.
Sin ser un tesoro ni de la acción ni de la ciencia ficción, la película trata de profundizar en sus ideas futuristas, tiene dos o tres gags que le hacen preservar su humor decentemente, y podría considerarsele una de las películas blockbuster de los 90´s más menospreciada en cuanto a memoria e impacto para nuestra cultura actual; pues en la era de los reboots era para que alguien ya la hubiera retomado y puesto a un nuevo niño bonito (concepto que ha sustituido a los hombres de acción de los tiempos de Stallone) en el papel de Spartan, y aprovechar esta buena raíz de trama para recrear lo descrito en el guión de Robert Reneau.
La cinta es recomendable con la precaución de que no esperan una preciosura de la ciencia ficción como lo de Cameron o Ridley Scott, ni los más grandes éxitos de Stallone como Rocky o Rambo, pero sin duda vale la pena para pasar el rato, entretenerse y conocer los proyectos olvidados de los astros hollywoodenses que la cinta contiene.







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