Dirigida por Rob Cohen en un periodo aún de plenitud de la leyenda de acción Sylvester Stallone, la película es una pieza muy poco recordada para la intención para la que fue creada, un blockbusterazo de sus tiempos, en la que se unen las capacidades extraordinarias del protagonista, lo básico de una película de desastre y una serie de personajes noventeros clitché de la etapa más street de Nueva York, que añaden ese flolklor gringo seinfieldzero que iconizó a la isla en esa década con un estilo muy propio basado en convivencia de gente egoista que al final termina siendo buena onda en beneficio de la mayoría.
La historia sale desde distintos ángulos: La escritora fracasada, mujer empoderada buena onda que quiere un nuevo inicio (Amy Brenneman); George, el oficial negro que trabaja en el túnel (Stan Shaw), el aventurero famoso (Viggo Mortensen), un camión con dirección a la carcel, unos viejitos y su perro, una familia, etc, etc.... ah, y Latura (Stallone), un ex jefe de servicios de rescate que fue expulsado por tomar malas desiciones para rescatar a unas personas y ahora ha tenido su momento para redención.
Entonces, los ángulos son marcados, unos camiones con residuos tóxicos entran al túnel, luego un carro con malosos punketones, chocan, hay tremenda explosión, y todos menos Latura quedan atrapados. Él está afuera y encontrará la manera de entrar al túnel para ayudar a escapar a los desventurados, teniendo una conclusión un tanto predecible, pero llena de la acción que uno esperaría de ua película como esta.
La película no es ninguna joya de ninguna corona, sin embargo cumple con sus objetivos, entretiene y ratifica el lugar de Stallone como uno de los máximos íconos de acción del siglo XX -y luego XXI- volviendo una pieza recomendable para los que solo queremos ver algo estereotípico del género sin una profundidad artística o tramas complejos que rodeen la historia.
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